Prueba del Scenic E-Tech, un monovolumen eléctrico con flow

Un Renault Scenic que ya no huele a monovolumen de taxi. Ahora suena a silencio eléctrico y a Google diciéndote dónde recargar mientras los niños te pegan voces porque quieren parar en el Burger King. Aquí va mi experiencia, sin corbata ni tecnopatía de cuñado.
Esto NO es el Scenic de tu cuñado
Olvida el Scenic gasóil de los ‘90. Este viene con un look casi de SUV y, ojo, no es ningún mamotreto. Mide 4,47 metros de largo. Es menos de 10 cm más que un Megane y solo 20 más que un Golf. Pero va anchote (1,91). Dentro es bastante más amplio de lo que aparenta por fuera. No es una caja de zapatos, la verdad.
El maletero te da para todo lo que te imagines: arranca en 545 litros y llega a ¡1.670! si echas los asientos para delante. Eso sí, el borde del portón está a 79 cm del suelo. Llena bien el gym si toca levantar carritos o compras... No digas que no te avisé.





Motor eléctrico pero con chispa
Lo probé en la versión pata negra: batería de 87 kWh netos y motor de 220 CV (218 según otra ficha, cosas de franceses). Par motor: 300 Nm directo a la rueda delantera, siempre. Como si le hablas al camarero y no pasa por la cocina: respuesta instantánea. En ciudad el empuje se nota, aunque el típico punch de eléctrico gordo solo lo sientes si le buscas las cosquillas.
El 0 a 100 cae oficialmente en 7,9 segundos (yo saqué 8,2, imagino por maletero lleno). Nada de sensaciones Tesla, pero ¡espabila a cualquier Focus mareado en el semáforo!
La velocidad punta tampoco va a dejarte sin carnet: 170 km/h, ni uno más. Así que no cuentes con impresionar a tus colegas en Autobahn (ni falta hace aquí).
En cuanto al consumo, la media real me quedó en 20,7 kWh/100 km. Con el depósito virtual lleno son unos 420-430 km reales. Ojo, hablando de temperaturas normales, ruta mixta y sin ir modo rally. Ni trucos ni bajadas de puerto.
Google al volante, botones por detrás del volante y confusión asegurada
Aquí Renault saca el lado rarito. Tienes tres palancas a la derecha del volante: una para los limpias, otra para la radio (por la tradición… ¡franceses!) y otra para las marchas. Al principio, ni idea de qué tocas. El primer día casi pongo Europa FM cuando quería poner la D e irme marcha atrás. Te acostumbras, pero la risa es asegurada si tienes copiloto.
La pantalla central va en vertical, estilo tableta para dejar migas. Lo bueno: debajo hay botones físicos para el clima (gracias, Renault, por no enterrarlo en menús). El sistema multimedia va con Google integrado, así que puedes pedirle la ruta al taller o una estación de carga. El navegador calcula las cargas, y puedes meter destino o buscar “cargar batería” y te lleva a lo fácil.
Atrás se agradece el reposabrazos central, con portavasos giros y varias tomas USB. Para padres y niños revoltosos, bien pensado.
Calidad, materiales y plásticos everywhere
No esperes cuero con costuras de Bugatti. Plásticos duros aquí y allá, pero se salvan algunas zonas con buenos materiales. Bastante mejor de lo que te esperas en este segmento, la verdad. La sensación de amplitud real se nota por anchura, no por largo. Para moverse en ciudad y aparcar, no es un monstruo como un SUV alemán.
Comportamiento firme pero rutero
Te subes pensando en la nube, típico del segmento familiar (te imaginas flotando). Pues aquí nanai: la suspensión no es adaptativa y es firmecita. Lo de las llantas de 20 pulgadas tampoco ayuda. Te comes los resaltos, sí, y se notan las juntas y las vías en ciudad. Cuando pillas carretera buena, eso sí, va fino.
No es para volar en curvas, pero tampoco una balsa. La dirección es directa, los frenos aguantan viaje largo y puedes meterle caña en autopista sin miedo a flotabilidad tonta.
No carga como un Fórmula E, pero tampoco la Prehistoria
El punto menos fiestero: en carga DC, el máximo es 150 kW. De 15% al 80% te plantas en unos 37 minutos. Me imaginaba menos, pero la vida real es así. Encima, si quieres preacondicionar la batería y cargar rápido, tienes que meter la estación de carga en el propio GPS. Menos mal que con Google integrado es rápido.
En carga AC va más sobrado: admite hasta 22 kW en trifásica. Eso en el típico cargador público del centro comercial saca ventaja frente a otros eléctricos mainstream en España.
Lo que pagas
En versión 87 kWh 220 CV con acabado techno, parte de unos 45.500 €. Subiendo el equipamiento y acabados te puedes poner en casi 50.000 €. La versión pequeña, con 60 kWh y 170 CV, te baja a unos 38.700 €.
Etiqueta Cero de la DGT, acceso libre donde otros no pisan ni por asomo. Y con la puntita de filosofía SUV, pero familiar de verdad.
Otros SUVs y rivales
Por tamaño, puede pelear con cosas como el ID.4 de Volkswagen o un MG Marvel R, pero su rollo monovolumen lo hace único. Si buscas loquísimo o sensación premium alemán, igual este no es tu coche. Si necesitas practicidad y autonomía, este Scenic cambia la película.
Después de 3 días y 850 km con él, ningún drama por autonomía y cero fatiga. Eso sí, para ciudad lo de la suspensión rígida le resta puntillos en los baches. Y, por supuesto, tener Google pidiéndote cosas hace que te olvides de los menús raros.
No es el Scenic de tus padres, ni tampoco es solo postureo eléctrico. Renault ha conseguido que este coche sea, por fin, un monovolumen que mola. O como diría mi colega Rafa: “por fin no da pereza decir que tienes un Scenic”.