Prueba del EBRO S800 PHEV, el SUV de 7 plazas con enchufe que se planta a pecho descubierto

Saca pecho EBRO, que has tardado en volver, pero has entrado con ganas de liarla. El S800 PHEV no es solo un SUV de siete plazas. Es el primer “me planto” de una marca que en su día hacía camiones y tractores y ahora se ha calentado tanto que monta hasta un sistema híbrido enchufable.
¿Chino o español? ¿O las dos cosas juntas, loco?
No te engañes: sí, la marca es española, pero lo que tenemos aquí es una adaptación made in Spain del Chery Tiggo 8 Pro chino. Se fabrica en la antigua fábrica de Nissan en Barcelona, directo para nuestro mercado, y con detalles hechos aquí. Y no se corta al decirlo. No hay líos de identidad, por raro que suene.
S800 "sin cables" para los nostálgicos de la gasolina
Antes de ir al PHEV, te aviso: hay una versión básica, a pura gasolina, con motor 1.6 TGDI de 147 CV. Lo probé y el coche va bien para quien quiere siete plazas pero pasa del rollo eléctrico. Pasa que como el PHEV se pone casi a precio de gasolina si le aplicas el Moves y los descuentos, poco sentido tiene. Si te pillas el de combustión ahora es porque le tienes miedo al futuro. Yo te lo dejo ahí.
Pintón inofensivo pero con detalles que molan
Por fuera el S800 no pone morritos. Más bien lo contrario. Es robusto, sí, pero de líneas sencillas, casi como si le diese vergüenza llamar la atención. La gama de colores parece hecha por Ikea en lunes: blanco, negro, gris, verde. Aunque el Verde Aurora le sienta que flipas. Es el color que llevaba el que he conducido y todos los que lo miran coinciden.
Faros full LED y una parrilla frontal octogonal que parece un detalle más de diseño, pero que a mí me recuerda a una especie de robot rollo Wall-E. Llantas de 19 pulgadas, manetas integradas y poco más para calentar la vista. Largo total 4,72 metros, 1,86 de ancho y 1,70 de alto. Segmento D-SUV, que se dice pronto.
Pero lo MEJOR está detrás: las luces LED a todo lo ancho, que incluso de noche te dejan claro cuál es el S800 aunque no veas el resto del coche. Son esas pijadas que acaban molando un montón.
El interior es otro rollo (para bien)
Por dentro sí que impresiona. Nada más abrir la puerta hay sensación de calidad. Plásticos blandos, detalles cromados, buenos ajustes. Todo con un estilo minimalista muy actual. El volante achatado mola, aunque los botones táctiles en negro piano son de esos que acabas manchando de huellas. Detrás traes un digital cockpit de 10,25 pulgadas: calidad muy buena, pero no te deja personalizar ni una triste esfera. Aquí EBRO lo tenía a huevo y lo ha dejado en el limbo.
Lo que de verdad te deja a cuadros: la pedazo de pantalla en el centro de nada menos que 15,6”. O la ves entera, o sacas cuello de pato porque el volante tapa una esquina. Viene con un sistema Qualcomm Snapdragon 8155 que va ligerísimo. Apple CarPlay y Android Auto van en modo inalámbrico, como dios manda. El “Hola, EBRO” para los comandos de voz funciona bien.
Aquí también te digo: climatización, retención o cualquier m****a que quieras cambiar, todo pasa por la pantalla. No hay botones físicos. Que lo sepas, porque a la mínima que no vayas solo, acabas con el dedo por el aire buscando el menú en marcha.
En cuanto a detalles, zona de carga inalámbrica ventilada para el móvil (50W), muchos huecos porta cosas y, si pillas el acabado tope "Luxury", sumas techo solar, head-up display, portón eléctrico, volante calefactado, parabrisas calefactable y su correspondiente gymkhana de airbags por todo el coche.
Segunda y tercera fila: más de lo que parece... si eres niño
Detrás caben tres pero la plaza central no es para hacer amigos. Más bien para cuando esa suegra se lo merece. Mucho espacio de rodillas, sí, pero arriba va justa y la banqueta central es altita. Los laterales, eso sí, se mueven 14 cm para delante y para atrás y el respaldo es regulable. Lleva toma USB y calefacción, algo necesario en España para que no se te congele el anís.
La tercera fila es otro rollo. EBRO lo llama 5+2 y no miente: es para niños. En serio, adultos aquí solo encajan si eres bajito o masoca. El acceso es casi de parkour, tienes aireadores y porta vasos pero poco glamour. Cuando pliegas la fila te queda un maletero de unos 500 litros “reales” (oficialmente 889 hasta el techo). Si tumbas la segunda fila pasas a casi 2.000 litros tirando al techo. De verdad, para mudanzas te vale.
De motor va fuerte: 279 CV de "sorpresa", pero sin sustos
Aquí empieza la fiesta. El PHEV mezcla un gasolina 1.5 TGDI de 143 CV con un motor eléctrico de 204 CV. El combinado da 279 CV y 365 Nm de par. ¿Vuela? Qué va. La entrega es progresiva, suave, ideal para ir cargado hasta los topes de suegras, maletas y niños ruidosos. Adelantar va de cine, pero nada de acelerones brutos. Es un híbrido a la europea, pensado más en confort que en quemar neumáticos.
Tienes modos de conducción: Eco, Normal y Sport, además del modo 100% eléctrico (EV) o el híbrido (HEV). En eléctrico puro hace unos “reales” 80 y pico kilómetros de autonomía. El oficial son 90 km, a los que, si no eres muy de pies de plomo, te puedes acercar bastante en ciudad. Los VMP y taxis flipan.
La batería es de 18,3 kWh y el cargador acepta hasta 40 kW en carga rápida en corriente continua (ojo, para un PHEV esto es MUY pepino). Lleva además función V2L, o sea, puedes enchufar cosas afuera del coche, desde una nevera hasta una PlayStation.
Consumos y autonomía: aquí viene la jugada “Plan Moves”
La gracia está en que EBRO promete 1.100 km de autonomía combinada (mezclando gasolina y batería). Lo probé en un viaje largo: si no vas a cuchillo, puedes superar los mil kilómetros fácil, especialmente en carretera secundaria. En autovía, a 120 clavados, el consumo de gasolina sube a unos 7,5 l/100. Si usas el modo híbrido bien, los 5,5 l/100 km están en tu mano.
El depósito de 60 litros ayuda a esos 1.100 km, no es cosa solo de la batería.
Ergonomía y dinámica: suspensiones top, pero una pantalla que te vuelve loco
La suspensión me sorprendió para bien. Estable, firme sin ser incómoda, elimina balanceos y mantiene el coche en su sitio. En curvas responde y en autopista solo el ruido interior a altas velocidades le recuerda a uno que es más SUV familiar que nave premium. La dirección puede regularse en dureza pero vibra cero, poco informativa.
El control de recuperación de energía para el freno regenerativo es de chiste: tienes tres niveles, pero hay que entrar en el menú táctil para cambiarlo. Habría sido tan fácil meter unas levas o un botón... pues no. Horror para los tiquismiquis o los que, como yo, bajamos puertos de montaña a menudo.
El precio y el truco del Moves III
El EBRO S800 PHEV Luxury, con TODO incluido, cuesta 39.860 € si financias y pillas los descuentos buenos. Luego tienes el Moves III: si te encaja la ayuda, te baja hasta 7.000 €, y has pillado un siete plazas, etiqueta Cero, por el precio casi del básico de gasolina sin electrificar. El gasolina sin chucherías no tiene lógica, porque aquí te llevas mucho más por casi lo mismo.