Probamos el Mazda 6e, un eléctrico de casi cinco metros

Mazda y coches eléctricos. Sí, has leído bien. Porque si te acuerdas de sus últimos pinitos eléctricos, te vendrá a la cabeza el MX-30 y probablemente te dé un poco la risa floja pensando en su autonomía y lo que ofrecía en un mercado cada día más quemado de eléctricos mediocres. Pero ahora los japoneses han cogido aire y pasta china de Changan, y han dado vida al Mazda 6e. Una berlina a lo bestia: 4,92 metros de largo y más tecnología de la que vas a usar en la vida.
Un look que llama la atención, para bien... o para loquísimo
De primeras, el 6e se nota grande. Muy grande. Te plantas delante y tienes un frontal con parrilla gigante que parece que se va a comer los radares. Los faros LED son finísimos y el rollo ‘Kodo’ que lleva Mazda últimamente lo ves aquí a lo bestia: tejidos tensos por fuera y caídas suaves pero marcadas. Me recuerda mucho al antiguo Mazda 6 hace años, pero vitaminado.
Lo más loco es la trasera. Mezcla de pilotos horizontales y unos círculos led que parecen sacados de un anime, unidos por una tira brillante. El portón te da acceso a 466 litros de maleteraco. Ojo, y con un alerón desplegable (manual o según el modo de conducción) que se sale por lo freak.
Salto al interior, adiós mandos físicos, hola pantallacas
Entro al 6e y lo primero que pienso es: aquí han pasado cosas. Mazda siempre molaba porque no necesitabas leerte la Biblia para poner el navegador o el clima. Ahora, pantalla digital de 10,2 pulgadas enfrente, head-up display, y en el centro una tablet que parece una tele de 14,6 pulgadas.
El clima ya no lleva ruletitas: ahora es táctil, rollo Tesla y coche chino. Para los retro como yo, se echan de menos los botones duros de toda la vida, pero es lo que toca. Lo de los espejos flipas: tienes que seleccionarlos en la pantalla, luego, desde el volante, los ajustas. El nivel de chino aquí va subiendo.
Eso sí, la pantalla central va fluida, buena resolución y puedes manejar cosas por gestos y voz. Accesos directos personalizables, pero sigue costando pillarles el rollo. El interior es muy espacioso: se nota el largo, aunque la forma coupé del techo te chafa un poco si mides más de 1,80 y vas detrás. Las piernas bien, la cabeza pega con ganas.
Acabados bastante guay, aire premium sin llegar al nivel de un Mazda 6 “a la vieja usanza” pero muy correcto para quienes les “pone” lo digital.
Motores, baterías y autonomía: aquí está la chicha
Te lo ponen fácil: dos versiones, las dos con tracción trasera (sí, ¡atrás! Un punto fetén para los puristas). Una es la de 258 CV con batería LFP de 68,8 kWh. Autonomía: 479 km WLTP. La otra, “Long Range”, tiene 245 CV y batería NCM de 80 kWh. Aquí hablas de 552 km teóricos.
Ambas con 320 Nm de par, aceleran de 0 a 100 en 7,6 y 7,8 segundos respectivamente. Velocidad máxima limitada a 175 km/h, aunque de marcador verás hacia 179, no me preguntes por qué. Y en recarga, dato curioso: la pequeña (la de 258 CV) carga a 165 kW en corriente continua. La de 80 kWh, aunque tiene más chicha, solo carga a 90 kW. Por alterna, las dos a 11 kW, lo típico en wallbox doméstico. La diferencia de químicas manda aquí.
Peso del bicho: 1.953 kg en vacío. Largo total de 4,92 metros, casi 1,90 de ancho y maletero desde 466 litros. No están nada mal.
Mis sensaciones con el 6e: ni chino ni blandito
Lo coges y esperas un tacto blando y goma por todos lados, pero aquí Mazda ha hecho los deberes en Europa. La suspensión tiene tarado firme, filtra bien los baches en modo normal y la dirección, sin ser la de un MX-5, es agradecida y pesa lo justo. En curva da confianza. He probado coches eléctricos chinos que parecen embarcaciones; este no va por ahí.
Tres modos de conducción: Normal, Sport e Individual. No hay levas para variar retención. Si vas en Normal o Sport, te comes lo que toca. En Individual puedes elegir entre Low, Standard, Moderate y Strong… pero tienes que trastear por la pantalla, ni rastro de levas. El modo más bestia es para ciudad, pero no llega a ser “único pedal”, sigues usando el freno.
Lo mejor es la aceleración inicial, bien eléctrica, pero luego la respuesta es más progresiva, rollo motor térmico. El pedal responde sin retardo (gracias a dios), la frenada tiene buen tacto y se nota muy natural. La confianza llega rápido, y enseguida te animas a darle vída en curvas y a velocidades de esas de Autobahn alemana.
En cuanto al ruido, no es la leche de insonorizado, pero para viajes largos tiene el rollo berlina cómoda de toda la vida.
Rivales y precios, porque aquí se vende rápido
Precios oficiales, sin ayudas ni pitos: desde 43.725 € para el 258 CV, 45.425 € para el Long Range. Pero con promociones y ofertas de lanzamiento, puedes pillar el 258 CV desde 39.515 €. Es pasta, pero si miras lo que hay fuera, el Tesla Model 3 arranca en 39.990 € (pero ojo, su motor tiene 283 CV y 513 km), el BMW i4 se va a 58.650 € en la versión eDrive35 (286 CV y rango similar), y BYD Seal parte de 40.990 € (231 CV y autonomía contenida).
En resumen, te plantas con un Mazda distinto, con sabor a tecnología de oriente pero ajustes “europeos”, bien de espacio salvo por si eres un armario empotrado detrás, y casi 500 km de autonomía. Otro rollo. Si buscas berlina eléctrica y no quieres ser uno más entre Teslas, ojo con este 6e.