Esto me ha sorprendido del nuevo Jeep Compass híbrido o eléctrico que ya se fabrica en Melfi
Lo confieso. Llegué a la planta de Melfi con el escepticismo medido que te dejan los años viendo nacer SUVs por docenas. Aun así, ver bajar las primeras unidades del nuevo Jeep Compass de la línea de montaje me movió el pie derecho. Hay momentos en los que entiendes que una marca se pone seria y esta vez Jeep ha decidido hacerlo a lo grande. Producción en masa iniciada el 29 de octubre y entregas previstas para las próximas semanas. Sin ruido innecesario, con el trabajo hecho.
Que salga de Melfi dice mucho. Esta fábrica italiana es una vieja conocida del mundo Jeep desde 2014. Aquí se abrió la puerta a la producción fuera de Norteamérica y desde entonces han salido algo más de 2,3 millones de unidades con el sello de la marca. Cuando te asomas a sus líneas y ves el ritmo, te encaja que Stellantis la considere una instalación clave. No es un capricho de estrategia, es músculo industrial.
El Compass vuelve a escena con una idea muy clara. Se sitúa por encima de Avenger y Renegade, apunta a ese cliente que necesita un SUV de tamaño medio con más empaque y con un abanico de mecánicas actual. Me gustó que Jeep no se haya quedado a medias. Este Compass es híbrido o totalmente eléctrico. Nada de medias tintas térmicas para cubrir expediente. Es una familia con dos mundos bien definidos y un puente para quien quiere probar sin saltar del todo.
Por fuera han afinado el carácter sin perder la esencia. Más hombro sobre los pasos de rueda, una parrilla que gana presencia y un gesto general que recuerda al Avenger en lo moderno pero con la robustez que esperas en un Jeep. Me acerqué a revisar juntas, ajustes y brillos de pintura y el conjunto está muy por encima del anterior. No busca la sofisticación fría. Va de herramienta que también sabe vestirse para salir a cenar. Esa es la vibra.
Dentro han hecho los deberes que pedían los clientes. Nuevo diseño, más limpio y mejor organizado, con pantallas de mayor tamaño para la instrumentación y el infoentretenimiento. Lo importante no es solo que sean grandes, sino que se vean bien y respondan rápido. La sensación al navegar por menús transmite ese salto de generación que pedíamos. Me fijé en la postura al volante y en cómo quedan a mano los controles y el Compass te sienta en una posición natural, con buena visibilidad y sin florituras que estorben. Mantiene cinco plazas, como debe ser en un coche que va a hacer mucha vida familiar, y en el trato rápido que tuve con los asientos, noté más apoyo en la banqueta y mejor sujeción del respaldo.
Donde más curioso estaba era en la oferta mecánica. La gama cubre necesidades muy distintas y eso me parece inteligente. Para quien no quiere enchufes, hay una entrada e Hybrid con 145 CV pensada para bajar consumos en ciudad y moverse con suavidad. Si quieres ese extra de empuje y te cuadra cargar en casa, está el híbrido enchufable con 195 CV. Y si lo tuyo es dar el salto a lo eléctrico puro, Jeep ha preparado hasta tres variantes, con potencias que llegan a 375 CV y una autonomía anunciada de hasta 650 km. Es un número que suena muy bien. La clave estará en ver cómo se defiende en autovía y en invierno. Sobre el papel, tiene credenciales para viajes largos sin ansiedad.
¿Y en España?
En España la foto es clara, puedes configurar el mild hybrid con el 1.2 de 145 CV o el eléctrico con 213 CV. Me pasé por el configurador oficial y la experiencia refleja bien esa dualidad de cliente que Jeep quiere atraer. El eléctrico arranca en 47.673 euros sin aplicar ayudas ni descuentos. No es una cifra ligera, pero el mercado nos ha acostumbrado a estas alturas y lo lógico es que cada concesión mueva incentivos. Los acabados Altitude y First Edition marcan dos perfiles distintos. Uno más racional y otro más cargado para el que lo quiere todo desde el primer día.
En dinámica me reservo opiniones hasta tenerlo en ruta, aunque ya hay pistas. Jeep no va a renunciar a ese punto de coche cómodo que aguanta baches sin que suene la cubertería. Por cómo lo han plantado sobre el suelo y por la ganancia de rigidez percibida en puertas y capó, espero un rodar más sólido y menos filtraciones de ruido a alta velocidad. En eléctrico, la entrega de 213 CV debería ser más que suficiente para el uso diario y para adelantar con confianza en carreteras secundarias. Me interesa también cómo han calibrado la regeneración y si permiten jugar con ella de forma intuitiva, algo que marca la diferencia en ciudad.
Le he prestado atención a los detalles prácticos. El maletero se percibe aprovechado y la boca de carga está a una altura que no te rompe la espalda. El hueco para objetos pequeños, el tipo de plásticos donde apoyas codos y piernas, esas nimiedades que con el tiempo hacen que te lleves mejor o peor con un coche, han subido un escalón. El Compass no se vende como coche de lujo, pero ya no tiene esos puntos flojos que antes daban pie a las comparativas menos amables.
Un calendario comercial con prisas
Las primeras entregas arrancan en semanas y Jeep tiene previsto distribuirlo en 60 países entre Europa, Oriente Medio, África, Asia, Australia y Nueva Zelanda. Esa capilaridad es otro indicio de que el producto ha nacido para volumen, no para llenar un nicho. Con una gama que abraza el híbrido ligero, el enchufable y el eléctrico, Jeep se cubre ante los diferentes ritmos de adopción que hay ahora mismo según país y tipo de cliente.
En un mercado que a veces parece un buffet infinito, el nuevo Jeep Compass no se pierde. Apuesta por un diseño más rotundo, un interior mejor resuelto y un abanico mecánico que no te obliga a casarte con una sola idea de movilidad. El resto habrá que comprobarlo con kilómetros, cargadores y maletas, que es donde de verdad un SUV te cuenta quién es. Y ahí es justo donde quiero verlo trabajar.