El SUV diésel que desafía al downsizing, así consigue el Mazda CX-60 gastar menos que un cuatro cilindros

Los amantes de los SUV grandes saben bien lo que se ha perdido en los últimos años. Aquella sensación de suavidad, potencia y refinamiento que solo un buen diésel de seis cilindros podía ofrecer parecía condenada a la extinción por culpa de la moda del downsizing y las normativas cada vez más estrictas. Pero, sorpresa: Mazda ha decidido nadar a contracorriente y lo ha hecho con una propuesta que casi parece una travesura.
Sí, el CX-60 lleva bajo el capó un seis en línea turbodiésel de 3,3 litros, algo tan raro hoy en día como encontrar un CD original en la guantera. Y encima presume de consumos que harían sonrojar a muchos cuatro cilindros modernos.
Un diésel gigantesco… con sed de colibrí
Mazda ha hecho lo que ellos llaman "rightsizing" en vez de downsizing. ¿Resultado? Un motor grande, pero nada apretado, que homologa solo 5,0 litros a los 100 kilómetros en la versión de propulsión trasera y 200 caballos. Si te suena a ciencia ficción, espera a compararlo con rivales directos como el Mercedes GLC o el BMW X3: ambos gastan más, incluso con motores más pequeños y potencias parecidas.
Y para los más exigentes, también hay una versión de 254 caballos y tracción total. En este caso, el consumo apenas sube hasta 5,3 litros. ¿Dónde está el truco? Mazda ha apostado por eficiencia real, no solo por cifras bonitas en la ficha.
Tecnología y etiqueta ECO: sí, has leído bien
Además del motor, todo CX-60 diésel lleva un cambio automático de ocho velocidades con embragues multidisco bañados en aceite. Más eficiente, más suave y con respuesta inmediata. ¿Y lo mejor? Es un microhíbrido. Así que, aunque nadie lo diría por su comportamiento, disfruta de la preciada etiqueta ECO de la DGT. Esto significa libertad total para circular por las zonas de bajas emisiones, sin renunciar al placer de conducir un auténtico seis cilindros.
En pruebas reales, el consumo ronda los 6 litros a los 100 kilómetros en casi cualquier circunstancia. Y eso en un coche que ronda las dos toneladas de peso. ¿Prestaciones? 550 Nm de par permiten hacer el 0 a 100 km/h en solo 7,4 segundos y alcanzar 219 km/h. No está nada mal para un SUV familiar.
Interior premium y espacio para todo (y todos)
Por dentro, el CX-60 mantiene el listón alto. Sus acabados no tienen nada que envidiar a modelos considerados premium y la dotación tecnológica es completa: pantalla panorámica de 12,3 pulgadas para el infoentretenimiento e instrumentación digital. Los mandos físicos siguen ahí para las funciones importantes, porque a veces lo clásico funciona mejor.
Las plazas traseras son generosas hasta el punto de poder montar un campamento base si hace falta. El maletero tampoco se queda corto, con sus 570 litros listos para absorber equipaje, bicis o las compras del mes.
Un SUV diferente que desafía tópicos (y etiquetas)
El Mazda CX-60 diésel no es solo una rareza técnica; es un coche que pone en jaque algunos tópicos sobre los seis cilindros y los SUV grandes. Ofrece eficiencia real, prestaciones notables y esa sensación especial al volante que muchos daban por perdida. Y todo ello sin renunciar a la etiqueta ECO ni a la posibilidad de moverse libremente por la ciudad.
¿El downsizing era inevitable? Mazda demuestra que todavía hay espacio para hacer las cosas a lo grande… pero con cabeza. Y sinceramente, poder decir “llevo un seis cilindros” mientras gastas menos combustible que algunos compactos de moda no tiene precio.