¿Zonas de Bajas Emisiones en jaque? Lo que no te han contado sobre las multas y la legalidad

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) nacieron con un propósito loable: limpiar el aire de nuestras ciudades y, de paso, darnos una excusa más para dejar el coche en casa. Sin embargo, la realidad está resultando más compleja que un atasco en hora punta. En España, la justicia está poniendo contra las cuerdas a varios ayuntamientos por la forma en que están gestionando estas áreas y, sobre todo, por su entusiasmo recaudatorio.
En los últimos meses hemos visto cómo hasta ocho ciudades —incluyendo auténticos pesos pesados como Barcelona y Madrid— han tenido que anular temporalmente sus Zonas de Bajas Emisiones. La razón no es menor: sentencias judiciales que han dejado claro que algunas de estas restricciones no estaban debidamente justificadas o implementadas. Y ojo, que esto no es solo cuestión de papeleo mal hecho; hablamos de derechos fundamentales y del bolsillo de miles de conductores.
Multas, legalidad y el fenómeno Dvuelta
Si alguna vez te han caído una multa por entrar en una ZBE madrileña, atento. La asociación Dvuelta, especializada en luchar por los derechos de los conductores, ha logrado la friolera de 558 sentencias favorables contra el Ayuntamiento de Madrid. El porcentaje de éxito es digno de récord Guinness: 97% de las reclamaciones ganadas.
¿El motivo? Muchas de las sanciones impuestas por acceder a estas zonas simplemente no cumplen los requisitos legales. Los jueces han sido claros al respecto, y en nada menos que 268 ocasiones han condenado al ayuntamiento a pagar las costas procesales. No es solo que los tribunales den la razón a los conductores, es que además dejan claro que el consistorio está actuando fuera de la ley.
¿Negocio o protección medioambiental?
Mientras en Francia han optado por eliminar todas las ZBE por considerarlas injustas para las familias con menos recursos, en España el tema se decide a base de sentencias. Las asociaciones de automovilistas no han dudado en señalar el “multimillonario negocio” que suponen las multas para los ayuntamientos. La pregunta incómoda es inevitable: ¿estamos ante una medida para proteger el medio ambiente o ante una fuente exprés de ingresos municipales?
Por ahora, el consejo para quienes hayan recibido una sanción es claro: recurrir. Las posibilidades de éxito, a tenor de los datos recientes, son más altas que encontrar aparcamiento en el centro un sábado por la tarde.
El futuro incierto de las ZBE
Con decenas de sentencias anulando restricciones y multitudes de recursos ganados, la continuidad de las Zonas de Bajas Emisiones tal y como las conocemos hoy está más en entredicho que nunca. Los ayuntamientos tendrán que hilar fino si quieren mantener estas áreas dentro del marco legal y evitar convertirse en el villano favorito de los conductores urbanos.
¿Serán capaces de ajustar sus normativas o seguiremos viendo titulares sobre multas anuladas y zonas cerradas? Lo único seguro es que la batalla judicial dista mucho de haber terminado. Y mientras tanto, circular por la ciudad sigue siendo todo un ejercicio de agudeza… y paciencia.