Volvo y sus eléctricos: de darlo todo, a perder hasta la camisa

¿Quién dijo que todo lo eléctrico es oro? Ojito con pensar así, que la jugada se le ha atragantado a Volvo. Aquí va la movida: los suecos estaban súper orgullosos, la pasada temporada, de vender tropecientos coches eléctricos. Ventas a mansalva, titulares a lo bestia y postureo a tutiplén. Pero ya sabes, la realidad es como una ITV: al final siempre te la clavan. El éxito, sorpresa, fue culpa casi exclusiva de su modelo más pequeño y barato. El resto... ni para churros.
El problemón del gigante: EX90 y ES90, más caros que una ronda en Ibiza
Volvo puso toda la carne en el asador con sus grandes eléctricos. Estrenaron dos "tanques" para presumir en el barrio: el EX90 y el flamante ES90, que sobre el papel molan cantidad. Berlina rollo crossover, tamaño king-size, diseño “Modern Scandi” para dar envidia hasta al vecino del Tesla.
La cuestión es que, en el mundo real, el EX90 debutó fatal. Retraso de entregas de más de un año. Imagina la espera. Y cuando por fin hubo entregas, parte del hype ya se les había ido por la ventana. Le faltó tirón. Vale, es un SUV de 5 metros loquísimos, con versiones de seis y siete plazas (más familia que eso, solo si eres los Alcántara). Pero entre pitos y flautas, la producción y el desarrollo se ha comido los billetes más rápido que un Ibiza consumiendo en modo sport.
¿Potencia? Hasta 517 CV en la versión Twin Motor Performance. Si te mola pisarle, te digo que de 0 a 100 km/h baja de 5 segundos. La batería ronda los 107 kWh, con autonomía oficial en ciclo WLTP por encima de 600 km (o eso dicen… en Móstoles seguramente sea menos por culpa de los atascos). Es un sofá con ruedas, lo reconozco, pero si buscas emociones, pese a las specs, la conducción sigue siendo bastante “sueca”: buena seguridad, mucho aislamiento… y poco rock'n'roll.
Y el ES90 ni te cuento. Aquí se les fue el arroz con el destino de producción: fabricado en China, lo que en el mercado americano está penado casi con excomunión. Allí le cascan aranceles de hasta el 100% en importación. O sea, vender coches por debajo de coste directo, como si fueran móviles de marca cutre que “regalan” con la fibra.
El resultado: pasta quemada a paladas
Los suecos de Volvo sudan frío. Ya llevan reconocida una pérdida de más de 1.000 millones de euros, y eso solo por estos dos "fugitivos" eléctricos. Vale, la cifra suena exagerada, pero para una marca de su nivel, esto hace saltar todas las alarmas. En su informe semestral, ya han puesto la tirita: reconocen que casi 350 millones de euros de eso son pérdida neta pura.
La pregunta que está en la calle: ¿cuánto pierde Volvo realmente por cada EX90 vendido? Eso es secreto de sumario. Pero han trascendido cifras parciales: entre coches ya entregados y otras maniobras, bastan para dejar un agujero de unos 175 millones solo en ese modelo. El resto se va en desarrollo e I+D, movidas de baterías, mega-casting y demás parafernalia que, a día de hoy, les sale más caro que si te compras un Ferrari para usarlo solo los martes.
Yo he llevado el EX90 en una zona de curvas de la sierra de Madrid. Y sí, mola el empuje eléctrico instantáneo y el silencio. Pero la masa de casi 2.800 kg se nota. Frena bien, va firme, pero no tiene la agilidad esperada de un eléctrico premium. Ni punto de comparación con algo como el BMW iX. Y el consumo: en autovía, muy decente; en ciudad, gargantúa. Así imposible cuadrar los números.
El ES90 y el boomerang chino
Volvo apostó al ES90 como el sedán de representación que molaría ver para plantar cara a los Tesla Model S y compañía. Diseño afilado. Maletero bestial. Habitáculo de los que huelen a Greenpeace. Pero otra vez, la “magia” de producir en China se volvió en su contra.
Los aranceles yankees han sido una leyenda urbana transformada en pesadilla para la marca. En España el ES90 será casi para valientes: se espera un PVP por encima de 90.000 euros. Y aquí, por ese precio, los clientes quieren mucha, pero que mucha chicha. Un Mercedes EQE o un Tesla ya te están mirando desde la otra esquina del concesionario.
Datos técnicos: motor trasero o dual, 400-500 CV previstos, batería similar al EX90, carga rápida por encima de 200 kW. Vistoso, pero la postventa y recarga en la red española siguen siendo tarea pendiente.
Esperanzas puestas en el nuevo EX60: la receta Tesla
Con todo este marrón, Volvo ya ve que la solución no pasa por vender Ferraris eléctricos disfrazados de taxi. La nueva apuesta será el EX60. Aquí han copiado, sin disimulo, el modelito de Tesla: mega-fundición de chasis (menos piezas, fabricación más rápida y barata), integración de la batería en la estructura y menos dependiencia de mano de obra “exótica”.
El objetivo, fabricar más rápido, bajar el precio de cara a España y subir la autonomía real. En teoría apuntan a 700 km WLTP. Si el EX60 cumple lo que promete y los costes caen en serio, será la baza para volver a tirar del pelotón frente a las marcas chinas y las alemanas de siempre.
La movida del eléctrico grande en España
Aquí, el mercado patrio es canalla. Quien se compra un eléctrico sueco quiere calidad y recarga fácil. Pero con precios así, a Volvo le toca reinventarse si quiere que alguien le quite la etiqueta de “caro para lo que ofrece”. Los grandes modelos eléctricos se venden a cuentagotas, porque marcas como Kia, Hyundai y Tesla pegan fuerte.
Por ahora, si estás pensando en un eléctrico sueco de los grandotes, asegúrate de poder cargarlo en casa o de tener mucha paciencia buscando puntos rápidos. Si no curra eso, te vas a aburrir de ver cómo baja la autonomía más rápido que tu cuenta corriente tras la caña del viernes.
Ojo al dato y a las cifras
No todo lo eléctrico es fiesta para las marcas. Volvo ha hecho lo que ha podido, pero aquí manda el dinero contante y sonante. Si los eléctricos grandes siguen costando más de lo que generan, la refundación eléctrica será historia antes de nacer. Seguirán saliendo modelos chulos, pero la clave será el precio y la batería. Si no te cuadran los números... para eso tienes el metro.