Volkswagen y Rivian: ¿Amigos para siempre? El acuerdo millonario que podría quedarse en papel mojado

Volkswagen y Rivian: ¿Amigos para siempre? El acuerdo millonario que podría quedarse en papel mojado
Volkswagen quería acceder a la tecnología avanzada de Rivian para acelerar el desarrollo de sus modelos eléctricos

Volkswagen y Rivian sorprendieron al sector de la automoción hace algo más de un año, anunciando una alianza que prometía revolucionar la tecnología eléctrica en Europa. Había entusiasmo, titulares jugosos y, sobre la mesa, un acuerdo valorado en casi 6.000 millones de dólares. Pero ya se sabe: lo que la industria firma con una mano, el mercado puede borrar con la otra.

Cuando los alemanes dicen “ahora sí”, pero luego “mejor no”

La llegada de Oliver Blume al timón del Grupo Volkswagen trajo consigo una nueva hoja de ruta. O mejor dicho, una hoja de ruta que cambia cada dos por tres, según sople el viento regulatorio europeo. ¿El motivo? Las reglas del juego en la movilidad eléctrica están cambiando tan rápido que hacer planes a largo plazo es como intentar predecir el tiempo en Londres: misión imposible.

Mientras tanto, Volkswagen sigue buscando maneras de ahorrar tras el desembolso multimillonario en electrificación, cuyos frutos aún no han llegado a la cesta. Por eso, la marca prefiere ahora sistemas híbridos e intermedios, mientras aparca un poco esa ambición eléctrica total que tanto vendía hace apenas unos años.

El pacto con Rivian: tecnología puntera y promesas… difíciles de cumplir

La idea era sencilla: los alemanes querían acceder a la tecnología avanzada de Rivian para acelerar el desarrollo de sus próximos modelos eléctricos. Nombres como Audi Q8 e-tron o el futuro A4 eléctrico estaban en las quinielas para beneficiarse de esta colaboración. Sin embargo, los plazos se han ido estirando como un chicle barato. El Q8 e-tron y el A4 eléctrico no llegarán antes de 2028, y el nuevo SUV de Porsche basado en la plataforma K1 ni siquiera tiene fecha.

El problema va más allá de simples retrasos. Volkswagen está sopesando volver a confiar en su propia división de software, CARIAD, esa misma que les dio más dolores de cabeza que alegrías en el pasado. ¿Ironía? Puede ser. Pero también es una muestra de lo complicado que resulta alinear intereses cuando hay tantos miles de millones en juego y la presión por innovar aprieta.

Europa: terreno resbaladizo para los grandes planes eléctricos

El mercado europeo se ha convertido en un auténtico campo minado para los fabricantes. Las normativas cambian casi a la velocidad de la luz y, para colmo, los consumidores tampoco lo están poniendo fácil. Muchos conductores aún dudan ante la compra de un eléctrico puro, y esa incertidumbre acaba salpicando a todos los planes estratégicos.

El resultado es que Volkswagen está decidido a recortar gastos y minimizar riesgos. El dinero invertido en electrificación ha sido monumental, pero el retorno no está siendo tan inmediato como esperaban. Por eso, cualquier decisión relacionada con alianzas tecnológicas o proyectos eléctricos se revisa una y otra vez… hasta el punto de poner en peligro acuerdos como el de Rivian.

¿Y ahora qué? El futuro del acuerdo pende de un hilo

Por ahora, el trato entre Volkswagen y Rivian sigue en pie, pero con menos entusiasmo y mucho más escepticismo. La realidad es que ambas compañías tendrán que adaptarse a un panorama donde la flexibilidad es clave y donde las estrategias tradicionales rara vez sobreviven intactas.

Lo que está claro es que ni cinco mil millones garantizan el éxito cuando hablamos de coches eléctricos, normativas europeas y cambios de dirección desde los despachos más altos. En esta partida, nadie tiene la bola de cristal, pero sí muchas ganas de no quedarse fuera del futuro de la movilidad. ¿Seguirán juntos Volkswagen y Rivian? El tiempo (y algún que otro giro inesperado) lo dirá.