¿Tu coche diésel con etiqueta B? Así están cambiando las reglas del juego en las ciudades españolas

¿Tu coche diésel con etiqueta B? Así están cambiando las reglas del juego en las ciudades españolas
La pregunta ya no es si llegará el final para los coches diésel con etiqueta B, sino cuándo.

Las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) ya no son un futurible ni una amenaza lejana para los conductores más nostálgicos. Lo que empezó como una simple pegatina en la luna del coche se ha convertido en un auténtico pasaporte... o en un muro invisible, según el tipo de etiqueta que lleves. Si tu diésel tiene más de una década y luce orgulloso la etiqueta B, prepárate: las restricciones han dejado de ser teoría para convertirse en realidad en más de treinta municipios españoles.

Las nuevas reglas: no es ciencia ficción, es tu día a día

Desde 2024 y 2025, las ciudades han pasado a la acción. El objetivo es claro: limpiar el aire urbano y, de paso, meter presión a quienes siguen circulando con vehículos diésel veteranos o gasolina prehistóricos. El criterio es tan sencillo como implacable: la DGT ha puesto la lupa sobre los coches diésel matriculados a partir de 2006 y los gasolina desde 2001. Los que caen fuera de ese corte —los famosos etiqueta B— empiezan a perder privilegios.

El resultado es una oleada de ordenanzas municipales y mapas de zonas restringidas que ya afectan a buena parte del parque automovilístico. Y ojo, porque aunque la implantación no es igual en toda España, el mensaje es el mismo: cada vez más zonas urbanas están vetadas para los vehículos con etiqueta B.

Madrid, Barcelona y compañía: cada ciudad, su propio laberinto

Madrid fue una de las primeras en sacar músculo. Su plan Madrid 360 amplió el perímetro de la ZBE y endureció el acceso para los coches más antiguos. Solo los residentes, servicios esenciales y algún repartidor con suerte pueden respirar tranquilos… por ahora. En Barcelona, la ZBE metropolitana no se queda atrás: la circulación sin distintivo es ciencia ficción y los que aún conservan la codiciada etiqueta C ven cómo sus movimientos también se recortan cuando hay picos de contaminación.

El caso es que más de treinta ciudades ya han dado el paso. Algunas comunidades autónomas incluso van por delante y han anunciado calendarios que dejarán a los etiqueta B fuera de juego en pocos años. Cataluña, por ejemplo, planea un cierre progresivo que pone nerviosos tanto a particulares como a empresas de reparto.

Si tienes etiqueta B... lo notarás antes de lo que piensas

¿Eres de los que piensa que esto no va contigo? Puede que te lleves una sorpresa la próxima vez que intentes aparcar en el centro o cruces una barrera invisible para visitar a tu cuñado. Las consecuencias no son solo teóricas: perderás accesos habituales, verás barreras donde antes había calles abiertas y si te saltas las normas, las multas llegan antes que el remordimiento.

Eso sí, los ayuntamientos suelen dar cierto margen y excepciones para no provocar un éxodo masivo de coches hacia los polígonos. Hay ayudas para achatarrar el coche viejo, bonificaciones e incentivos varios para dar el salto a vehículos con etiqueta C, ECO o eléctricos puros. Pero como ocurre con las rebajas: la oferta no siempre es igual ni llega para todos.

Empresas y flotas: sálvese quien pueda (eléctrico)

Las restricciones no afectan solo al conductor particular. Las empresas de leasing y flotas de reparto han pisado el acelerador en la renovación hacia modelos menos contaminantes. Nadie quiere quedarse fuera del negocio por culpa de una pegatina amarilla; ahora la operativa pasa por tener vehículos eléctricos o, al menos, con sello ECO o C para seguir entregando paquetes o manteniendo rutas.

La transición no es sencilla ni barata, pero está claro que quien no se adapte acabará aparcando su flota... pero lejos del centro urbano.

¿Un futuro sin etiqueta B?

La pregunta ya no es si llegará el final para los coches diésel con etiqueta B, sino cuándo ocurrirá y cómo sobrevivirán quienes dependen aún de ellos. El paisaje urbano está cambiando a toda velocidad y lo que hoy parece solo una molestia puede convertirse mañana en un veto total.

Así que si tienes un diésel veterano y te gusta moverte por ciudad, quizá sea hora de pensar si tu próximo destino será una electrolinera... o un concesionario. Porque sí: las etiquetas ya mandan más que nunca en las calles españolas.