Rolls-Royce Phantom Centenary celebra 100 años con oro hasta en el motor

Rolls-Royce Phantom Centenary celebra 100 años con oro hasta en el motor
Rolls-Royce Phantom Centenary oro hasta en la sopa para celebrar 100 años

Un siglo no se cumple todos los días. Rolls-Royce lo sabe y ha elegido su icono para marcarlo a fuego. O mejor, a oro. Llega el Phantom Centenary, una serie de la Private Collection que rinde homenaje a 100 años del modelo más representativo de la marca. Y sí, el brillo no se queda en el capó: también hay oro bajo él.

El primer Phantom vio la luz en 1925. Desde entonces, ha sido el coche de los que no necesitan presentaciones. Embajadores, artistas, magnates y coleccionistas han elegido esta berlina como oficina, salón y escenario. Un siglo después, la receta sigue vigente: presencia imponente, silencio a bordo y artesanía al milímetro.

El Centenary no disimula su misión. Es un Phantom para celebrarlo todo. Los detalles en oro no son postureo. Rolls-Royce habla de un enfoque integral que toca puntos clave del coche. Emblemas, molduras y elementos decorativos lucen un tratamiento dorado a la altura de la efeméride. Y la guinda: piezas del compartimento del motor con acabado dorado. No para correr más, para recordar de qué va esto. Es un tributo que se ve al abrir el capó y que encaja con la historia del emblema alado.

El nombre completo lo deja claro: Phantom Centenary Private Collection. Es una colección hecha por y para clientes que buscan algo único sin apartarse del ADN del modelo. No es un restyling con pegatinas. Es una edición en la que el departamento Bespoke saca músculo y firma un interior y un exterior a medida de la ocasión.

Por fuera, el Phantom impone como siempre. Proporciones clásicas, parrilla vertical y el espíritu de la elegancia sobre la calandra. Los toques dorados subrayan líneas clave y convierten la vista frontal en una declaración. No hace falta levantar la voz cuando llevas el brillo puesto en el sitio justo.

Dentro, la regla es clara: tacto de primera, olor a calidad y silencio

Cuero seleccionado, maderas con veta elegida y metal trabajado a mano. El panel Gallery vuelve a ser una pantalla para el arte. En el Centenary, la inspiración es el legado. Motivos conmemorativos, logotipos y una ejecución que recuerda por qué hablamos de Phantom y no de una berlina más.

El motor mantiene su papel de mayordomo perfecto. Empuja con calma, suena lo justo y convierte cualquier viaje en un paseo alfombrado. La presencia de elementos dorados bajo el capó es un gesto elegante. Un recordatorio para quien sabe lo que está mirando. El lujo también es eso: detalles que solo descubre el dueño.

En marcha, el Phantom sigue siendo una experiencia. Aislamiento soberbio, dirección que no pesa y una suspensión que filtra el mundo exterior. No hace falta forzar nada. Va sobrado. La tecnología ayuda sin molestar. Asistencias a la conducción bien calibradas y un sistema multimedia discreto, pensado para no romper la magia del salón rodante.

Esta edición conmemorativa que habla del momento de la marca.

Rolls-Royce ya ha abierto su etapa eléctrica. El cambio de era está en marcha y el Phantom Centenary funciona como puente entre dos mundos. El V12 va diciendo adiós y el silencio absoluto gana terreno. Este coche celebra el pasado sin miedo al futuro.

Rolls-Royce lleva años demostrando que el bespoke no es un extra, es su negocio. Ahí están otras piezas únicas que hemos visto en este modelo: interpretaciones artísticas, homenajes cinematográficos, guiños culturales y florales. El Centenary se suma a esa galería con una idea sencilla y muy potente. Oro donde menos te lo esperas. Incluso en el corazón mecánico.

No hay juegos de misterio ni promesas exageradas

Es un Phantom que celebra 100 años con signos claros de distinción. Cuatro puertas, artesanía paciente y una presencia que no necesita justificar su precio. Esta edición cumple con lo que se espera del estandarte de Goodwood.

Quien se ponga al volante, o mejor, quien se siente detrás, encontrará justo lo que buscaba. Un coche que no compite con nadie porque juega su propia liga. Con esta Private Collection, Rolls-Royce recuerda por qué el Phantom sigue siendo el nombre que define a la berlina de representación.

Cien años después, la fórmula sigue funcionando. Elegancia, calma y un punto de teatralidad. El oro pone el acento. El resto lo hace la historia. Y pocas marcas pueden permitirse escribirla con esta tinta.