¿Puede Europa liderar la movilidad sin romper sus propias reglas? El aviso de las gasolineras

Que levante la mano quien no haya recibido nunca una carta con “urgente” en el sobre. Ahora imagina que esa misiva llega a la mismísima Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y viene firmada por los jefazos de toda la industria automovilística europea. No es un “te queremos mucho”, precisamente. CLEPA (proveedores) y ACEA (fabricantes) han sacado el bolígrafo para pedirle a Europa que revise su estrategia verde antes de que la transición energética acabe siendo un salto al vacío… sin red.
¿Por qué tanta prisa por cambiar la hoja de ruta?
Las asociaciones de la industria no se andan con rodeos: si seguimos por este camino, Europa puede perder su competitividad industrial. Así, tal cual. El sector está listo para invertir y poner sobre la mesa tecnologías limpias, sí, pero con el actual panorama las cuentas no salen.
¿El motivo? Dependemos casi por completo de Asia para las baterías, la infraestructura de recarga es un “a ver quién encuentra un punto libre”, los costes de producir (y de enchufar) suben, y los aranceles parecen una montaña rusa… pero siempre hacia arriba.
Objetivos verdes: ¿realistas o de ciencia ficción?
La UE ha puesto el listón altísimo: reducir las emisiones de CO₂ a niveles históricos en 2030 y 2035. Según CLEPA y ACEA, esto no es realista si no se cambian ciertas políticas. El próximo 12 de septiembre tienen su “última oportunidad” para que los objetivos climáticos no terminen chocando contra la realidad industrial como un coche contra un muro invisible.
Neutralidad tecnológica: ni solo eléctricos ni solo combustibles
La Confederación Española de Empresarios de Estaciones de Servicio (CEEES) también se ha subido al carro (nunca mejor dicho). Ellos defienden que, en esto de descarbonizar el transporte, no hay soluciones mágicas ni tecnologías únicas. La clave está en la neutralidad tecnológica: desde combustibles renovables y sintéticos hasta hidrógeno, pasando por motores térmicos ultrafinados, biometano, bioGLP o híbridos enchufables.
Para lograr emisiones neutras en 2050 hay que usar todas las cartas, no solo una. Y hacerlo además de forma realista, adaptándose a las condiciones del mercado europeo, que no es igual en Noruega que en Andalucía.
El riesgo de quedarse fuera del juego… por exceso de celo
Desde CEEES lo tienen claro: desmontar toda una industria para perseguir un objetivo imposible a corto plazo puede dejar a Europa fuera del tablero global. La transición tiene que ser ordenada, viable en lo económico y justa para todos. Nada de experimentos a ciegas ni decisiones teñidas de ideología.
Además, piden que estas ideas se incluyan en el informe oficial que prepara la Comisión Europea, para corregir el rumbo antes de perder el liderazgo industrial en nombre de una transición bienintencionada pero mal planteada. Que una cosa es querer salvar el planeta y otra hacerlo a costa de convertirnos en los pupilos menos aplicados del mundo automovilístico.
¿Es tarde para cambiar o aún estamos a tiempo?
La industria pone el reloj sobre la mesa y lanza la pregunta: ¿todavía estamos a tiempo de recalibrar la estrategia o nos daremos cuenta demasiado tarde? La respuesta no está solo en los despachos de Bruselas sino también en esos talleres, fábricas y gasolineras que ven cómo el futuro se decide a golpe de política… pero se juega cada día sobre el asfalto.
Al final, el verdadero reto será lograr una transición tan limpia como sensata. Y si hay que escribir más cartas urgentes para conseguirlo, que nadie dude que habrá bolígrafos de sobra.