¿Prohibir el coche térmico en 2035? El CEO de Repsol avisa que Europa juega con fuego

¿Prohibir el coche térmico en 2035? El CEO de Repsol avisa que Europa juega con fuego
El CEO de Repsol acusa a Bruselas de haber pasado de la preocupación ecológica razonable a una “hiperregulación”

Europa avanza a toda velocidad hacia la electrificación, pero no todo el mundo pisa el acelerador con la misma alegría. Josu Jon Imaz, el mandamás de Repsol, ha dejado claro que, a su juicio, la Comisión Europea está metiendo el turbo con las prohibiciones sin mirar bien por el retrovisor. Según Imaz, el plan de vetar los coches de combustión en 2035 no es solo una medida política, sino toda una “extorsión” al sector del automóvil. Y no lo dice por capricho: asegura que estas decisiones acabarán pasándoles factura… y no precisamente en la gasolinera.

¿Diésel: villano o héroe inesperado?

En uno de esos giros de guion dignos de una película de domingo por la tarde, Imaz reivindica el papel del diésel en la economía española. Durante un apagón masivo, fue el denostado diésel el que mantuvo el país en marcha y permitió que los supermercados siguieran abriendo cada mañana. Más allá de la anécdota, su mensaje es claro: dejar de lado los combustibles tradicionales tan rápido puede tener consecuencias mucho menos verdes de lo esperado.

Imaz va más allá y apela a una “responsabilidad moral” para seguir produciendo diésel, gas y queroseno, eso sí, con procesos cada vez más sostenibles. Porque, como él mismo lanza con ironía, incluso quienes critican el queroseno acaban subiéndose a un avión para irse de vacaciones.

El exceso de regulación y la fiebre ecológica

No es ningún secreto: la normativa europea es una jungla donde hasta Tarzán se perdería. El CEO de Repsol acusa a Bruselas de haber pasado de la preocupación ecológica razonable a una “hiperregulación” que lastra la capacidad de inversión del sector automovilístico.

Según su visión, las leyes y directivas se han multiplicado más rápido que los memes sobre coches eléctricos baratos. Esta avalancha normativa –dice Imaz– está empezando a corregirse tímidamente, pero advierte que si no se pone el foco en la energía (y no solo en la ecología), el futuro puede ser menos brillante y más caro para todos.

¿La electrificación es imparable? Lo que ocurre tras bambalinas

Mientras tanto, los titulares nos cuentan que los precios de las baterías siguen cayendo y que los vehículos eléctricos asequibles ya empiezan a circular por Europa como churros. El mercado evoluciona rápido y fabricantes como Volkswagen ya se atreven a lanzar modelos eléctricos por menos de lo que cuesta un smartphone tope de gama. La presión china es real: si Europa no se pone las pilas (literalmente), otros lo harán.

Eso sí, aunque los coches eléctricos estén de moda, los compradores aún buscan respuestas: autonomía real, infraestructuras y precios competitivos. La transición no será tan sencilla como cambiar de canal cuando sale un anuncio aburrido.

¿Revolución o ajuste temporal? El debate sigue abierto

El discurso de Imaz pone el dedo en la llaga: ¿está Europa forzando demasiado la máquina? ¿La prohibición del coche térmico es una solución o un problema disfrazado de sostenibilidad? Aunque Bruselas parece firme en su apuesta eléctrica, voces como la del CEO de Repsol aseguran que las políticas podrían dar marcha atrás antes de lo previsto.

Al final, la gran pregunta no es solo si vamos hacia un futuro sin diésel ni gasolina, sino cómo llegaremos y quién pagará el peaje. Porque entre baterías más baratas y normativas cada vez más exigentes, lo que está claro es que el viaje será cualquier cosa menos aburrido. Y probablemente, todavía nos quedan unas cuantas curvas antes de llegar al destino.