Noruega sorprende: ya hay más modelos eléctricos a la venta que de gasolina

¿Te imaginas entrar en un concesionario y ver más coches eléctricos que de combustión? En Noruega, esto ya es una realidad. El país nórdico ha dado la vuelta a la tortilla y se ha convertido en el primer lugar de Europa donde la oferta de coches eléctricos supera, y con holgura, a la de los tradicionales gasolina, diésel e híbridos. ¿Magia vikinga? Para nada. Aquí hay estrategia, incentivos y un poco de ingenio escandinavo.
Un mercado eléctrico que va por delante
En 2024, Noruega puso en los escaparates nada menos que 177 modelos diferentes de coches eléctricos. ¿Y los de combustión? Se quedaron en 148, incluyendo gasolina, diésel, híbridos e incluso híbridos enchufables. Si pensabas que la electrificación era cosa del futuro, es momento de revisar tus predicciones: en Noruega el futuro llegó hace rato… y se enchufa.
Pero no solo es cuestión de cuántos modelos hay. La cuota de coches eléctricos sobre el total de matriculaciones en 2024 alcanzó un asombroso 88,9%. Es decir, de cada 10 coches nuevos que salen a circular por Oslo o Bergen, casi 9 funcionan con batería. Los otros deben sentirse como en una reunión familiar donde nadie entiende su idioma.
¿Cómo lo han logrado? Spoiler: no fue por arte de magia
La clave está en una política de incentivos constante y coherente. Noruega empezó a apostar por los eléctricos mucho antes que el resto, concretamente desde 2001. Ese año eliminaron el IVA para los coches eléctricos y sus baterías. El resultado inmediato fue sencillo: los eléctricos se hicieron competitivos en precio frente a cualquier motor de combustión. Y claro, cuando algo sale más barato y encima te ahorras impuestos, la gente se apunta sin dudarlo.
A esa medida pionera se sumaron ventajas como descuentos del 50% o más en peajes y ferris, además del derecho a circular por carriles bus aunque vayas solo (sí, lo que aquí sería un sueño para evitar atascos). Incluso después de retirar la exención total del IVA en 2022 para los modelos más caros, los eléctricos mantuvieron muchas ventajas frente a sus rivales fósiles.
Penalizar lo “antiguo” también ayuda
No todo ha sido poner facilidades a los eléctricos. Noruega también se ha puesto seria con los coches de gasolina, diésel e híbridos. Los impuestos para estos modelos se han disparado en los últimos años. Tanto que, según datos oficiales, en solo tres años se han duplicado. Así que quien decide seguir con un motor tradicional, lo hace sabiendo que va a pagar un extra considerable.
¿El paraíso del coche eléctrico? No todo son flores
Aunque Noruega es el ejemplo que muchos quieren seguir, tampoco es oro todo lo que reluce bajo las auroras boreales. Mantener el ritmo requiere adaptar infraestructuras, asegurar recargas rápidas y preparar al país para una movilidad aún más eléctrica. Además, otros mercados europeos empiezan a acercarse tímidamente a este modelo, aunque todavía miran a Noruega como ese alumno aventajado al que todos quieren copiar en el examen.
Lecciones para Europa (y para despistados)
Noruega demuestra que una política coherente puede cambiar radicalmente el parque automovilístico de un país. Los incentivos importan, pero también saber cuándo endurecer las condiciones para los motores tradicionales. Si algún día te preguntan por qué en algunos países parece que los coches eléctricos nunca despegan, ya sabes la respuesta: sin una estrategia clara y persistente (y algún que otro empujón fiscal), el cambio simplemente no arranca.
Así que si eres de los que aún piensa que el coche eléctrico es una moda pasajera… mejor echa un vistazo a lo que se cuece al norte de Europa. Allí ya ni se acuerdan del olor a gasolina.