Nissan: de samurái a buscavidas

Nissan: de samurái a buscavidas
Nissan: de samurái a buscavidas

Nissan está ahora mismo como ese colega que en la uni iba de sobrado, sacaba buenas notas y tenía moto, pero que diez años después sigue viviendo en casa de sus padres y vendiendo NFTs de cabras pixeladas. El que fue uno de los gigantes japoneses de la automoción está buscando oxígeno como puede. ¿El último movimiento? Ceder parte de sus fábricas a una marca china. Sí, has leído bien.

Ivan Espinosa, CEO global, ha soltado la bomba: Nissan está abierta a compartir instalaciones con una "gran compañía china". ¿Quién? No se sabe, pero todo apunta a BYD o Geely. Y esto no es una alianza tipo "somos colegas", es más bien "échame un cable o me hundo".

Alianza Renault: ¿divorcio o terapia de pareja?

Después de años de alianza con Renault y Mitsubishi (que parecía más un trío mal avenido), Nissan ya va a su bola. La plataforma AmpR Small, que era el Tinder entre Renault y Nissan, la va a usar Renault para su R5 eléctrico, pero Nissan dice que sí pero no, que igual la usa, que igual se lo piensa.

El nuevo Micra, por cierto, va sobre esa base. ¿Y qué tal va? Lo probé en París hace unos meses y te diré que, aunque eléctrico y urbanita, tiene el mismo espíritu macarra del Micra de toda la vida. Ágil, simpático y con un diseño que no parece salido de una caja de cereales. Lo mejor: no zumba como otros eléctricos. Lo peor: la autonomía, muy justa si vives en zona rural o tienes manía a los cargadores.

Toyota entra en escena: huele a bodorrio

Después de que las negociaciones con Honda se fuesen al garete, ha salido un nombre gordo: Toyota. Los rumores apuntan a que podría estar tanteando una fusión o alianza más profunda con Nissan. La idea no es nueva, pero ahora ya no suena a ciencia ficción.

Si esto pasase, sería un bombazo. Imagínate a Toyota, con su músculo híbrido y tecnológico, metiendo mano en la ingeniería de Nissan. Y de paso, rescatando modelos que están en el limbo. El Qashqai, por ejemplo, sigue vendiendo bien en Europa, pero necesita un refresh urgente. El actual, con su motor híbrido e-Power, es curioso: no mueve las ruedas con el motor de combustión, sino que este solo recarga la batería. Lo probé el año pasado y, aunque el consumo era razonable, en carretera abierta no transmite ni la mitad de sensaciones que un híbrido clásico de Toyota.

La vía china: pragmatismo nipón

El mercado chino manda, y Nissan lo sabe. La caída de ventas en China ha sido un bofetón con la mano abierta. Mientras marcas como BYD, MG o incluso Xpeng crecen como setas, Nissan está de capa caída.

Para sobrevivir, no queda otra que ceder. Por eso lo de abrir las puertas de sus fábricas. En la práctica, podría verse en Europa coches chinos “hechos por Nissan”. Y aunque eso suene a sacrilegio para los puristas, es la única forma de no desaparecer del mapa en ciertos segmentos.

Además, hay que decirlo: muchos coches chinos que están llegando ahora al mercado europeo le dan tres vueltas en acabados y tecnología a modelos europeos de hace cinco años. Que se lo digan a cualquiera que haya probado un BYD Seal o un MG4.

¿Y España qué?

La planta de Nissan en Zona Franca ya es historia, y la de Ávila se ha reconvertido para hacer piezas. Pero la sombra de que alguna fábrica japonesa acabe en manos chinas es cada vez más real. Lo que se plantea ahora es si alguna instalación europea podría ser parcialmente cedida. No se habla directamente de España, pero si una marca china quiere montar algo en Europa sin empezar de cero, ahí tiene una opción.

Modelos que aún aguantan el tipo

Aunque Nissan esté en modo "sálvese quien pueda", algunos modelos aún tienen tirón. El Juke, por ejemplo, sigue siendo un SUV muy vendido entre jóvenes, aunque su diseño siga provocando amor u odio. El actual, con motorización de 143 CV híbrida ligera, es ágil en ciudad y cumple en carretera si no vas muy cargado.

Otro que aguanta es el Ariya, su SUV eléctrico. Muy bien acabado por dentro, tecnología a la altura y una conducción bastante refinada. Eso sí, no es barato y sus rivales europeos y chinos están pisando fuerte. Lo probé brevemente cerca de Madrid y, aunque se nota que han puesto cariño, no tiene ese “wow” que se necesita hoy para justificar los más de 45.000 euros que cuesta.

¿Qué pinta el futuro?

Nadie lo sabe. Si Toyota entra en el juego, Nissan puede salir reforzada. Si no, su única salida pasa por seguir vendiendo trozos de sí misma o convertirse en una especie de ensambladora de marcas chinas en suelo europeo.

Y ojo, porque hay otra opción menos hablada pero igual de posible: que se centre en mercados emergentes y deje de competir de tú a tú en Europa. Ya lo han hecho otras marcas. Lo malo: perder imagen de marca global. Lo bueno: sobrevivir sin arruinarse.

El problema real: identidad

El gran drama de Nissan es que ha perdido su personalidad. No es la marca innovadora de los 2000, ni la deportiva de los 90, ni la rompedora del Leaf cuando aún nadie creía en los eléctricos.

Hoy Nissan es... ¿qué? Una marca que intenta gustar a todos pero no enamora a nadie. Y en un mundo donde hasta Dacia tiene una legión de fans, eso es un problema.

Por eso, más allá de alianzas, fusiones o fábricas compartidas, lo que necesita Nissan es reencontrarse con su esencia. Si es que aún queda algo de ella.