Finlandia da el aviso, el 49 % de los Tesla Model 3 falló la primera ITV

Finlandia da el aviso, el 49 % de los Tesla Model 3 falló la primera ITV
El 49% de los Tesla Model 3 no superó la primera ITV y los eléctricos triplicaron la tasa de rechazo de los combustión

La fiabilidad es el gran estandarte del coche eléctrico. Menos piezas móviles, menos mantenimiento, menos visitas al taller. Suena convincente. Pero cuando los coches salen del PowerPoint y pisan el asfalto helado de Finlandia, la realidad pierde brillo. Según los datos del organismo de transporte finlandés, el 49 % de los Tesla Model 3 no superó a la primera la inspección técnica. Y el jarro de agua fría no se queda ahí: en conjunto, los eléctricos fallan más que los gasolina, diésel e incluso que los híbridos.

Lo que dicen los números

Los eléctricos de cuatro años afrontaban su primera inspección y el resultado fue poco amable. El 16 % fue rechazado en la primera pasada. En comparación, la tasa de rechazo fue del 5 % en gasolina y del 11 % en diésel. Los híbridos, siempre en tierra de nadie, salieron mejor parados que los eléctricos puros.

Dentro del grupo con más problemas sobresalen los Tesla. El golpe para la imagen de la marca lo protagoniza el Model 3, con ese 49 % que no pasa precisamente desapercibido. No es el único modelo con tropiezos. Renault Zoe registra un 19 % de rechazo y Porsche Taycan un 12 %. No todo son malas noticias para la movilidad a baterías. Hay eléctricos con comportamientos muy dignos, con tasas cercanas al 4 %, como Kia Niro, Volvo XC40, Volkswagen e-Golf o Hyundai Ioniq.

No es la electrónica, es la física

Los inspectores finlandeses son claros. Los fallos más habituales no están en la parte eléctrica ni en el software. Están en el soporte estructural del coche. El peso de las baterías exige plataformas y chasis especialmente robustos. Traducido a castellano del bueno: más kilos significan más trabajo para brazos de suspensión, rótulas, silentblocks, cojinetes y otros componentes que no salen en los anuncios pero sostienen el coche todos los días.

En el caso de Tesla, las suspensiones aparecen como un punto sensible. Se repiten defectos en elementos vinculados a suspensión y transmisión. La gravedad no entiende de software. Si el conjunto rueda por firmes castigados, con baches, hielo, cadenas de frío y sal, y lo hace con varios cientos de kilos extra bajo el piso, las tolerancias se ponen a prueba.

Finlandia no es un circuito, es un curso acelerado de envejecimiento

Otro matiz imprescindible. Finlandia no es un mercado más. En 2024, su cuota de eléctricos fue del 18,1 %, por encima de la media europea y muy por delante de España, pero está lejos del universo noruego. Lo importante aquí es el clima. Meses de frío intenso, pavimento castigado y uso de sal crean una tormenta perfecta para el desgaste prematuro. Cualquier ingeniero te lo firma: vibraciones, cambios bruscos de temperatura y corrosión multiplican el trabajo de la suspensión y los anclajes.

¿Se puede extrapolar sin matices a toda Europa? No conviene. Pero sí deja una lección clara para fabricantes y compradores. Un eléctrico necesita algo más que una gran batería y un buen plan de carga. Necesita una arquitectura de chasis y suspensiones diseñada para aguantar años de uso real en entornos duros. Y ahí, los resultados finlandeses están señalando con el dedo.

Lo que esto significa para el comprador

Si estás pensando en un eléctrico, no cunda el pánico. Sigue siendo una tecnología con menos mantenimiento rutinario que un coche de combustión. Simplemente, conviene mirar con lupa lo que no se ve en la ficha técnica.

  • Prioriza modelos con buen historial de inspecciones y con plataformas desarrolladas específicamente para eléctrico.
  • Revisa el estado de suspensión, bujes, rótulas y guardapolvos en cada servicio. En climas fríos o con firmes deteriorados, mejor acortar intervalos.
  • Vigila alineado y presiones. Con más peso, los neumáticos trabajan más duro. Un mal alineado acelera el desgaste de todo el tren rodante.
  • Atiende ruidos y holguras al pasar badenes o girar a tope. Son pistas tempranas de juego en articulaciones.

Para los propietarios de un Tesla Model 3, el mensaje es igual de práctico. Inspecciones preventivas en la suspensión y atención a campañas o actualizaciones de componentes. Mejor adelantarse que fallar a la primera ITV y tener que volver.

Y para los fabricantes, tarea para casa

El informe finlandés no acusa a la tecnología eléctrica. Señala el dimensionamiento mecánico. Es una invitación a reforzar brazos, casquillos y soportes, a optimizar materiales y a validar durabilidad en escenarios de fatiga extremos. El eléctrico añade par instantáneo y kilos. Ninguno de los dos perdona inercias mal gestionadas.

Las marcas que salen mejor paradas comparten un patrón. Plataformas sólidas, tarados de suspensión adecuados al peso real y una puesta a punto que cuida el detalle. No hay magia, hay ingeniería aplicada a la vida diaria. A veces, la diferencia entre pasar o no pasar la ITV no está en el logo del capó, sino en el grosor de un casquillo.

Los datos de Finlandia son un baño de realidad. El 49 % de los Tesla Model 3 no superó la primera inspección y, en global, los eléctricos triplicaron la tasa de rechazo de los gasolina y superaron a los diésel. El clima extremo aprieta, pero no inventa defectos. La enseñanza es clara. Menos mitos y más tornillo. El futuro eléctrico seguirá avanzando, aunque tendrá que hacerlo con chasis y suspensiones a la altura de sus baterías. Porque la eficiencia está muy bien, pero la ITV no se pasa con kWh, se pasa con ingeniería.