Europa pone el freno: El adiós al coche de gasolina y diésel podría retrasarse a 2040

Europa pone el freno: El adiós al coche de gasolina y diésel podría retrasarse a 2040
Si dependiera solo de Bruselas, no habría vida para el motor de combustión después del 2035

En el mundo del motor, nada es tan definitivo como parece. Cuando en 2021 la Unión Europea soltó aquello de “en 2035 nos despedimos de los coches de gasolina y diésel”, muchos pensaron que era una cuenta atrás irreversible. Pero, oye, que en cuatro años da tiempo a mucho: la tecnología avanza, los precios bajan, llegan marcas chinas con ganas de guerra… y las ventas de coches eléctricos, paradójicamente, no terminan de arrancar. Así que la UE se lo está pensando dos veces: ¿será mejor esperar hasta 2040? Aquí te cuento qué está pasando y por qué el motor de combustión aún tiene cuerda para rato.

De 2035 a 2040: Cuando cambiar de opinión es de sabios (o de políticos)

El plan original era claro: a partir de 2035, ni un solo coche nuevo con motor de combustión a la venta en Europa. Solo eléctricos (o alguna rareza con hidrógeno, para los más alternativos). Pero mientras todos nos preparábamos para la electrificación total, algo se torció en el camino: la realidad, esa vieja conocida que no suele ser tan sencilla como los powerpoints de Bruselas.

La oferta de eléctricos ha explotado. Hoy cualquier fabricante que se precie tiene su modelo a pilas y las marcas chinas han entrado en tromba, abaratando precios y democratizando la movilidad eléctrica. Eso sí, en los concesionarios europeos, por cada siete coches nuevos vendidos, solo uno es eléctrico. Es decir, apenas el 15% de las matriculaciones totales. Y si hablamos de furgonetas, la cosa es aún peor: ahí los eléctricos solo suponen el 9%.

El sueño eléctrico… ¿pincha en ventas?

Es un poco como el gimnasio en enero: todos queremos ir, pero a la hora de la verdad cuesta arrancar. Los eléctricos son más accesibles que nunca, pero las cifras no acompañan. En países como Noruega, vale, van a otro ritmo: casi todo el parque móvil es enchufable. Pero España o Italia juegan en otra liga; aquí seguimos dándole cariño a los diésel y gasolina.

¿Por qué? Hay varios motivos: infraestructuras de recarga aún escasas, precios que aunque bajan siguen siendo altos para muchos bolsillos y cierta incertidumbre sobre baterías y autonomía. No todo el mundo puede permitirse pasar una hora cargando el coche cuando quiere escaparse el finde.

Los fabricantes piden tiempo muerto

Viendo el panorama, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA) ha decidido levantar la mano y pedir revisión. Su presidente actual, Ola Källenius (que además dirige Mercedes-Benz —no precisamente una Pyme), ha enviado una carta formal a las altas esferas europeas para decir, básicamente: “Esto no da tiempo”. Según él, cumplir los objetivos actuales "simplemente ya no es factible". Y lo dice sin pelos en la lengua: “De lo contrario nos vamos a estrellar contra una pared a toda velocidad”.

No es solo cuestión de ventas. Los fabricantes han invertido miles de millones en mejorar motores térmicos y baterías. Los híbridos enchufables cada vez son más eficientes y las tecnologías alternativas como el hidrógeno o los combustibles sintéticos avanzan rápido. Diez años más y podríamos ver motores mucho más limpios, capaces de sobrevivir incluso a la fecha fatídica del 2035.

¿Hay vida para el motor de combustión después del 2035?

Si dependiera solo de Bruselas, la respuesta sería no. Pero la industria aprieta: quieren margen para seguir vendiendo vehículos híbridos, eléctricos con extensor de autonomía o incluso coches tradicionales… si logran reducir emisiones con combustibles bajos en carbono.

Por suerte para los petrolheads (y para quienes no tienen enchufe en casa), todo apunta a que habrá espacio para una transición más suave. Si se confirma el cambio a 2040, los motores de combustión tendrán cinco años extra para adaptarse a un mundo cada vez más electrificado (y regulado).

Eso sí: nadie duda de que el futuro será eléctrico. Pero la ruta va a estar plagada de curvas inesperadas… y algún que otro rebufo del motor diésel.

Europa ante el espejo: ¿realismo o marcha atrás?

No todo son intereses económicos. La electrificación total exige infraestructuras masivas y una red eléctrica robusta. Si todos nos pasamos al enchufe mañana mismo, ¿aguantaría el sistema? ¿Y qué pasa con quienes viven fuera de las grandes ciudades? La respuesta no es obvia.

Mientras tanto, fabricantes y políticos buscan equilibrios entre sostenibilidad y realidad económica. No quieren caer en el error de legislar desde una burbuja sin pisar el asfalto del día a día.

Lo que nos espera: híbridos, hidrógeno y combustibles limpios

Lo único seguro es que la variedad tecnológica va a multiplicarse antes del adiós definitivo al motor tradicional. Híbridos enchufables que hacen más kilómetros en modo eléctrico, motores térmicos optimizados hasta límites insospechados, coches movidos por hidrógeno o por combustibles sintéticos que prometen emisiones casi nulas… El menú está servido.

La fecha límite para decir adiós al coche convencional se mueve (otra vez). Si eres fan del rugido del escape o simplemente buscas un coche asequible sin enchufe obligatorio, respira tranquilo: todavía queda gasolina en el depósito.

Eso sí, vete pensando en dónde vas a cargar tu próximo coche eléctrico… porque tarde o temprano, todos acabaremos enchufados.