España mete el turbo con la recarga, 47.500 enchufes y subiendo

Agarraos los que decían que aquí no íbamos a tener puntos de recarga ni para un patinete. Ya van 47.519 puntos públicos. Y no, no me he equivocado con el teclado, no he dado a los números al tuntún. Subida de un 4,71 % solo en seis meses. Y ojo, esto cuenta solo los puntos que funcionan, no los típicos "fuera de servicio" de siempre.
Lo que mola es lo de los cargadores rápidos. Para los que no tengan ni idea: los lentos son para dejar el coche media vida enchufado y los rápidos… bueno, los que te salvan el culo en un viaje. Entre 50 y 250 kW han crecido en un 64%. Y los bestias, los de más de 250 kW, un 53%. Así sí puedes hacerte un Valencia-Sevilla sin tener que parar a dormir al lado de una toma schuko.
¿Te imaginas enchufar un Tesla Model Y Long Range, con sus 75 kWh de batería, en un punto de 250 kW? En menos de media hora puedes tener el depósito (bueno, las celdas) animadas para otras buenas horas de carretera. Cuando los probé haciendo la típica ruta Madrid-Benidorm, el tema es que la gestión térmica del coche y la organización de los puntos marcan la diferencia entre llegar fresco o reventado (el coche y tú).
Ciudades a tope y algunos aún buscando el enchufe detrás del armario
Cataluña, Andalucía y Madrid están al frente, que para algo concentran montón de coches eléctricos y el tráfico más animalesco (y más caro de vivir, también). En estas regiones la guerra por el punto libre es menos dura que en Zamora o en Soria, donde lo de ver un cargador rápido es casi como ver un Ferrari en La Granja. Pequeñas ventajas de ser urbanita.
Pero ojo, no se trata solo de meter enchufes, sino de que tengan chicha. Me toca las narices llegar a puntos de 22 kW que estaban bien hace 8 años, pero hoy para un Kia EV6 GT de 430 kW ni te sirve para cargar la batería de la Game Boy. Por suerte, los de entre 22 y 50 kW también crecen: un 21,34% más que el año pasado. Sirve para ciudad y área metropolitana, y para cargar mientras te tomas unas cañas, pero no busques milagros.
Bastidores detrás de los números: menos "pintadas" en el mapa
Han cambiado la forma de contar los puntos. Ahora no vale el truco de sumar enchufes que nunca han funcionado o están ocultos tras el cartel de “Próxima apertura”. El sistema se ha adaptado a lo que hacen los colegas en Europa: big data para comprobar si el punto está vivo o está criando telarañas. Como conductor habitual de eléctricos, se agradece infinito que ya no cuelen estaciones fantasmas.
Esto significa que, si mañana 30 cargadores petan o suben de potencia, los números bailan. Pero es mejor así. Mejor 40.000 que funcionan de verdad que 70.000 “en proceso” que te dejan tirado en mitad de la sierra.
Los que mandan dibujan sus planes
Desde la AEDIVE van con el piñón fijado: si esto sigue así, a final de año deberíamos andar por unos 55.000 puntos abiertos y útiles. Yo solo digo: Que se mantenga el ritmo, pero, por Dios, que se acuerden de meter aseos en las estaciones buenas. Viajar de Madrid a Almería está de lujo si puedes enchufar tu ID.4 a 175 kW, pero lo de tomar un café decente o ir al baño sigue siendo deporte extremo. En mi curro en la automoción veo a diario a colegas haciendo recorridos de clientes y la frase "¿a cuánto carga esa mierda?" es más común que "buenos días".
El gran problema: precios y ubicaciones chungas
Aquí está lo divertido. ¿Quieres recarga rápida? Pues métete 0,60€/kWh o más. Y lo peor es que los precios se subieron al carro con la guerra de Ucrania y no han bajado ni aunque la electricidad en pool esté tirada de precio ciertos días. Vas a un cargador bien puesto y piden más que por un menú del día.
Y el sitio donde están muchos puntos es digno de estudio: detrás del McAuto, en polígonos con farolas rotas o en parkings con entrada tipo laberinto. Me ha tocado con el Megane E-Tech perder media hora con el Google Maps intentando encontrar la dichosa estación ocultada tras un seto gigante. También me encontré puntos de carga en centros comerciales de Málaga que no funcionaban ni con oración a San Fermín.
Cargadores para todos menos para el pueblo olvidado
Yo lo suelto: mucho progreso, pero si te vienes a mi pueblo en la sierra y tienes un BYD Atto 3, o cargas en tu casa o preparas la bici eléctrica de emergencia. Ni cargador lento. Ahí seguimos igual que cuando tenía mi primer Clio 1.2 gasolina, salvo que ahora, si tienes un eléctrico, la emoción ya no es mirar la aguja sino los kWh restantes en la app del móvil.
Experiencia propia al volante
Moverse con eléctricos por zonas "civilizadas" cada vez va mejor, sobre todo si te plantas un Kia EV6 en una ruta costera con sol y chiringuitos. Los 800 V de ese coche permiten cargas rapidísimas, he pasado de 20% a 80% en 18 minutos en un Ionity, y he podido aprovechar esa parada para cenar a gusto. Bastante mejor que las sesiones eternas de los Zoe o los Fiat 500e a 22 kW de hace unos años, que te dan tiempo de escribir una novela esperando.
No todo es perfecto, pero es imposible no notar el cambio: menos sustos, más carga y la sensación de que el eléctrico en España ya no es cosa de frikis. Falta, eso sí, que lo de poner precios coreanos al kWh se les baje un poco y metan el Google Maps a dieta para las localizaciones chungas.