¿Es realmente tan fácil viajar por Europa en coche eléctrico como en uno de gasolina?

¿Es realmente tan fácil viajar por Europa en coche eléctrico como en uno de gasolina?
Las redes de carga por Europa se han multiplicado como setas después de la lluvia

Si hace unos años me hubieran preguntado si me atrevería a cruzar Europa en un coche eléctrico, probablemente habría respondido con una carcajada nerviosa y un mapa de gasolineras bajo el brazo. Los eléctricos eran lentos, caros y, sobre todo, cargar la batería era una aventura digna de Indiana Jones. Pero, ¿y ahora? ¿Han cambiado tanto las cosas? Spoiler: sí, y más de lo que imaginas.

De la ansiedad al placer de conducir un eléctrico

Durante casi una década he visto cómo los coches eléctricos pasaban de ser un capricho para frikis a convertirse en una opción real para cualquiera. Al principio, la autonomía era ridícula y cargar el coche era tan emocionante como jugar a la ruleta rusa: nunca sabías si la estación estaría disponible o si tendrías que sacar la bici del maletero para llegar a casa.

Pero el panorama ha cambiado a toda velocidad. La tecnología ha avanzado y, sobre todo en Europa, las redes de carga se han multiplicado como setas después de la lluvia. ¿El resultado? Un viaje de casi 4.000 kilómetros por el viejo continente donde lo más complicado fue elegir el playlist adecuado.

¿Sigue existiendo la temida “ansiedad de carga”?

La gran pregunta que todos se hacen antes de lanzarse a la carretera con un eléctrico es: ¿me quedaré tirado en medio de la nada? En mi reciente travesía desde Rumanía hasta Italia, pasando por Austria y Suiza, me propuse comprobarlo.

Para empezar, utilicé solo un proveedor de carga durante buena parte del trayecto: OMV eMotion. No es el único, pero sí uno de los grandes jugadores en Europa, tanto por la extensión de su red como por la potencia y fiabilidad de sus cargadores. Eso ya dice mucho. Y lo mejor es que no tuve que convertirme en detective privado para encontrar un enchufe disponible.

En Suiza e Italia, Ionity tomó el relevo. Esta empresa tiene presencia en casi toda Europa (menos en Rumanía, cosas del destino), y sus estaciones brillan especialmente en las autopistas y rutas más transitadas. En los míticos pasos de montaña de los Alpes, encontrar un cargador rápido fue tan fácil como encontrar turistas con palos de selfie.

Más puntos de carga que ganas de café

Una de las mayores sorpresas fue la cantidad de estaciones rápidas disponibles incluso en lugares donde ya hay muchísimos coches eléctricos circulando. ¿Recuerdas esos vídeos virales de largas colas para cargar? Pues olvídate. En mi experiencia, incluso en las áreas de servicio más concurridas, si alguna vez todas las plazas estaban ocupadas (algo raro porque muchas tienen 20 o más puestos), la espera nunca superó unos minutos.

Esto es un cambio radical respecto a hace solo unos años. Ahora lo difícil es decidir si aprovechas para estirar las piernas o si te quedas jugando con el móvil mientras el coche carga al ritmo del rayo.

¿Qué ha cambiado realmente?

El salto cualitativo está claro: no solo hay más cargadores, sino que funcionan mejor y son más potentes. La fiabilidad ha dejado de ser una lotería y la recarga se ha convertido en una parada rápida y casi rutinaria, al nivel de llenar el depósito de gasolina.

Además, la oferta de coches eléctricos con buena autonomía no para de crecer. Ya no tienes que hipotecar tu casa para tener uno capaz de hacer largos viajes sin sudar tinta cada vez que miras el indicador de batería.

Viajar en eléctrico por Europa: ¿misión imposible o nueva normalidad?

Tras casi 4.000 kilómetros recorridos, varias fronteras cruzadas y decenas de cargas realizadas, puedo decirlo sin miedo: viajar en coche eléctrico por Europa es tan fácil como hacerlo en cualquier otro vehículo. La infraestructura está ahí, los cargadores funcionan y los tiempos muertos son mínimos.

Eso sí, prepárate para responder a todas las preguntas existenciales sobre baterías y autonomía cada vez que pares a cargar. Es el precio de ser pionero… o simplemente alguien que odia el olor a gasolina.

El futuro ya está aquí, y es enchufable

Si todavía tienes dudas sobre si lanzarte a la carretera con un eléctrico para tus próximas vacaciones europeas, olvídalas. La ansiedad de carga es cosa del pasado y el viaje es igual, o incluso más placentero, que con un coche tradicional.

Y si te encuentras con algún despistado preguntando dónde está la próxima gasolinera, sonríe con complicidad eléctrica: tú ya juegas en otra liga.