El Volkswagen Polo Sprint, el experimento ochentero que pudo eclipsar al mismísimo Golf

El Volkswagen Polo Sprint, el experimento ochentero que pudo eclipsar al mismísimo Golf
Polo Sprint es poco más que una anécdota para coleccionistas y amantes de las curiosidades automovilística

Si piensas en el Volkswagen Polo, seguramente te viene a la cabeza un coche pequeño, práctico y más bien discreto. Pero hubo una vez en la que la marca alemana coqueteó con la idea de crear un Polo tan radical que podría haber dejado a su famoso hermano mayor, el Golf, en segundo plano. Hablamos del Volkswagen Polo Sprint, un prototipo de los años 80 que parecía sacado de una película de rally, diseñado con más ganas de correr que de pasar desapercibido.

Un Polo con pinta de Wagon… pero con alma de bólido

A simple vista, el Polo Sprint podría engañar a cualquiera. Su perfil recuerda al Polo Wagon, ese familiar que se ganó un hueco en los garajes europeos. Pero basta fijarse un poco para darse cuenta de que aquí hay gato encerrado. El diseño respira años 80 por cada costado: líneas angulosas, luneta trasera vertical y una caída trasera tan pronunciada que parece estar siempre en plena aceleración.

Eso sí, olvídate de encontrar este modelo en tu concesionario de confianza. El Polo Sprint nunca pasó de la fase experimental. Y si alguna vez lo ves en persona, probablemente sea en alguna exposición en Alemania, donde descansa como el unicornio que nunca fue.

Un motor trasero y una rueda de repuesto donde menos te lo esperas

Aquí viene uno de esos detalles que hacen a este Polo tan peculiar como un bocadillo de chorizo en una cata gourmet. Si abres el capó delantero, no encontrarás un motor rugiendo. En su lugar, te saluda una rueda de repuesto situada justo encima del eje delantero. ¿Práctico? Quizá no tanto, pero desde luego original.

El depósito de combustible también decidió ser protagonista y se colocó arriba del guardabarros delantero derecho. Sí, leíste bien: este Polo tenía el corazón donde otros solo tienen chapa y pintura.

Nacido para las carreras, pero condenado al olvido

La década de los 80 fue una época dorada para los coches experimentales y los sueños veloces. En pleno auge del Grupo Volkswagen, con Audi Quattro convirtiéndose en leyenda del Mundial de Rally, los ingenieros quisieron dotar al Polo de una versión capaz de plantar cara a cualquiera en los tramos más exigentes.

El Polo Sprint estaba pensado como una bestia de competición: tres puertas, silueta afilada y una actitud desafiante. No pretendía ser elegante ni sutil, sino rápido y temperamental. Había potencial para llevar el nombre Polo a la gloria deportiva, pero por motivos que solo conocen los altos despachos y quizás algún ingeniero nostálgico, nunca llegó a pisar los circuitos.

El Sprint, una rareza con sabor a "qué habría pasado si…"

Hoy el Polo Sprint es poco más que una anécdota para coleccionistas y amantes de las curiosidades automovilísticas. Pero no deja de ser fascinante pensar en lo que pudo haber sido: un Polo rebelde listo para revolucionar las carreras y poner nervioso al mismísimo Golf.

Si alguna vez te cruzas con este prototipo ochentero en una exposición, dedica unos minutos a admirarlo. Porque aunque no llegó a producirse en serie ni a ganar rallies míticos, sigue siendo un recordatorio de que incluso los utilitarios más modestos esconden su lado salvaje… si les das la oportunidad adecuada.