El ultimátum de Stellantis: o cambiamos las reglas, o nos quedamos sin coches asequibles

La industria del automóvil europea vive días de vértigo, y no solo por el auge vertiginoso de los SUV eléctricos. Jean-Philippe Imparato, el capitán de Stellantis en Europa, ha lanzado una advertencia digna de película de acción: si la Unión Europea no revisa urgentemente las normas de reducción de CO2, lo próximo que veremos en los concesionarios será un cartel de “Fin del juego”.
La escena se desarrolla en el siempre glamuroso Salón del Automóvil de Múnich, donde Imparato reunió a los pesos pesados del sector para un mensaje claro: “Menos charlas y más acción”. Y no, no estaba citando a ningún chef famoso.
¿Qué está pasando con las normas de CO2 y los coches urbanos?
Hoy por hoy, la legislación europea marca un objetivo titánico: reducir las emisiones de CO2 de los coches un 55% para 2030, y llegar al 100% en 2035 (respecto a los niveles de 2021). Vamos, que para entonces el coche diésel será tan raro como ver a tu cuñado devolviendo dinero prestado.
El problema es que este sprint verde exige una avalancha de coches eléctricos, justo cuando el bolsillo del consumidor medio está más apretado que el pantalón tras la Navidad. Según Imparato, el 60% del mercado europeo se mueve en modelos por debajo de los 40.000 euros, pero ni el contexto económico ni la infraestructura ayudan a que esa electrificación sea viable para todos.
El renacer del “kei car” europeo: ¿la salvación está en lo pequeño?
Aquí viene la parte interesante: los líderes del sector quieren resucitar la categoría de los coches urbanos baratos, esos guerrilleros que conquistaron las ciudades antes de que los patinetes se creyeran dueños del asfalto. El modelo a seguir sería el exitoso segmento kei japonés, coches compactos y asequibles que solucionan la movilidad urbana sin vaciarte la cuenta.
La propuesta estrella es crear una categoría europea específica para vehículos urbanos por debajo de los 15.000 euros. ¿Suena lógico, verdad? Pues parece más fácil convencer a tu jefe de una semana extra de vacaciones.
Las voces críticas y el miedo al “crash”
Stellantis no está solo en este ring. Oliver Zipse, CEO de BMW, también ha advertido que, si se obliga a los fabricantes a cumplir estas metas tal cual están redactadas, la industria podría reducirse a la mitad. Y eso no es una metáfora para asustar al mercado: hablamos de empleos, inversiones y competitividad global.
Los directivos han hecho piña y van camino a Bruselas para exponer cuatro puntos clave ante Ursula von der Leyen y sus asesores. Entre ellos, priorizar acciones realistas sobre debates interminables y dar luz verde al coche urbano asequible como pieza clave para la transición verde.
¿Y ahora qué? Entre el miedo y la oportunidad
El reloj corre. Si las normas actuales se mantienen inmutables, podríamos asistir a la desaparición del coche urbano asequible tal y como lo conocemos. Y ojo, porque el sueño eléctrico puede convertirse en pesadilla si solo es accesible para unos pocos.
El desenlace está en manos de Bruselas. Pero una cosa está clara: si Europa quiere liderar la movilidad sostenible sin dejar a nadie fuera, más vale que escuche a quienes saben fabricar coches... y a quienes los compran.
¿Será 2026 el año en que volvamos a ver utilitarios eléctricos a precio de bocadillo? Ojalá. De momento, toca esperar (y cruzar los dedos).