El futuro del coche eléctrico en jaque: ¿Puede el impuesto al diésel salvar el Plan MOVES III?

Si creías que el mayor drama automovilístico era que tu coche lleve la ITV caducada, espera a ver lo que está pasando con las ayudas para comprar un eléctrico. Nueve comunidades autónomas ya han agotado los fondos del Plan MOVES III. Sí, has leído bien: en lugares tan clave como Madrid, Cataluña o la Comunidad Valenciana, el grifo de las subvenciones está más seco que el depósito de un diésel cuando buscas una gasolinera barata.
El resultado es sencillo: la mayoría de potenciales compradores se encuentran ahora en una especie de limbo, preguntándose si este es el mejor momento para dar el salto a la movilidad eléctrica... o si, por el contrario, toca esperar a que la situación se aclare (o aparezca una oferta milagrosa en Wallapop).
¿Por qué se ha agotado el dinero tan rápido?
El extra de 400 millones de euros que se añadió para salvar las ayudas apenas ha durado un suspiro. Y no es para menos: entre eléctricos puros e híbridos enchufables, la demanda ha sido notable. Pero aquí viene el truco: estas nueve comunidades representan el 85% de las ventas de este tipo de coches en España. Si sumas dos y dos, entenderás por qué la preocupación en el sector es mayúscula.
Madrid y Cataluña, auténticos pesos pesados en matriculaciones verdes, ya han colgado el cartel de “sin stock” en lo que a subvenciones se refiere. El resto del país no tardará mucho en seguir el mismo camino si nada cambia.
El sector pide auxilio (y algo más de sentido común)
Fabricantes, concesionarios y asociaciones llevan meses pidiendo a gritos una solución realista y estable. Porque sí, las ayudas retroactivas están muy bien, pero la incertidumbre desincentiva al comprador. Nadie quiere firmar la compra de un coche eléctrico para luego descubrir que las ayudas se han esfumado más rápido que un radar oculto cuando quieres protestar.
Los actores del sector coinciden: hacen falta acuerdos valientes y visión a largo plazo. Pero claro, pedir grandes consensos políticos en la España actual es casi como pedir WiFi gratis en pleno desierto.
¿Un impuesto al diésel como salvavidas?
Y aquí viene la propuesta más polémica: subir los impuestos al diésel para generar fondos y seguir alimentando el Plan MOVES III. ¿Solución lógica o receta para el caos? Depende a quién preguntes.
Por un lado, gravar más el diésel podría acelerar la transición hacia vehículos más limpios; por otro, corre el riesgo de enfadar a millones de conductores que aún dependen del gasóleo para trabajar o desplazarse. El debate está servido y no parece que vaya a terminar pronto.
Lo cierto es que la electrificación avanza a buen ritmo en Europa y España no puede quedarse atrás. Pero sin incentivos claros y continuados, la carrera puede frenarse justo cuando empezaba a coger velocidad.
¿Qué puede pasar a partir de ahora?
El final de 2025 podría ser testigo de un frenazo inesperado en las ventas de eléctricos si no se reponen los fondos. Nadie quiere eso: ni los fabricantes, ni los concesionarios, ni quienes ya sueñan con cargar su coche cada noche. La incertidumbre pesa más que una batería de iones de litio, y lo peor es que las soluciones fáciles brillan por su ausencia.
En resumen: necesitamos menos titulares grandilocuentes y más acciones concretas. Y si toca apretarse el cinturón (del diésel), que al menos sea para acelerar hacia una movilidad más sostenible. Porque si algo nos enseña la historia automovilística es que esperar a que todo se arregle solo lleva a quedarse parado... justo en la peor curva.