El diésel ha muerto, el desplome de una tecnología que dominó Europa y hoy apenas sobrevive

El diésel ha muerto, el desplome de una tecnología que dominó Europa y hoy apenas sobrevive
El ocaso del diésel, una década cuesta abajo

Hace apenas diez años, si te acercabas a un concesionario buscando un utilitario, lo más probable es que el comercial te susurrara al oído: “Llévate el diésel, consume poco y aguanta lo que le eches”. Eran los tiempos dorados de este tipo de motor, pero hoy, tras el famoso Dieselgate y una avalancha de normativas europeas, el panorama ha cambiado radicalmente. El diésel ya no es bienvenido en la mayoría de garajes… ni siquiera en los catálogos.

De héroe a villano en tiempo récord

El escándalo del Dieselgate no solo sacudió a Volkswagen, sino que marcó el principio del fin para un combustible que había reinado sin competencia. Recordemos que a principios del siglo XXI, los diésel llegaron a suponer casi el 80% de los coches nuevos en Europa. ¿El motivo? Motores robustos, consumo irrisorio y ese par motor que hacía sentirte como piloto de camión en cada adelantamiento.

Sin embargo, la fiesta se acabó. El escándalo destapó las trampas de las emisiones y, desde entonces, la industria ha sufrido un auténtico deshielo: cada año hay menos modelos diésel disponibles, especialmente en coches pequeños. Si buscas un urbano diésel hoy, tendrás más suerte persiguiendo unicornios.

Prohibiciones al acecho: Bruselas aprieta las tuercas

El calendario europeo es claro. Primero se anunció la prohibición para 2035 de vender coches nuevos con motores diésel, gasolina e incluso híbridos. Pero la cosa se pone seria antes: ya se plantea vetar los diésel en todas las flotas de empresa y alquiler en 2030, y ahí ni las berlinas premium se salvan. El mensaje es directo: si no es eléctrico puro, no pasa.

Las ciudades también se han sumado a la cruzada anti-diésel con restricciones cada vez más duras. Aparcar un diésel en el centro es casi ciencia ficción y pronto ni las empresas podrán renovar sus flotas con estos motores.

¿Por qué desaparecen sobre todo en coches pequeños?

La respuesta está en la rentabilidad. Los motores diésel modernos son caros de fabricar y limpiar. Cumplir las normas de emisiones en un coche pequeño dispara los costes hasta el punto de que simplemente no compensa. Los fabricantes han tirado la toalla: el segmento de utilitarios y compactos ha dicho adiós al diésel sin mirar atrás.

Donde aún resiste es en los vehículos grandes y pesados, donde el ahorro de combustible sigue siendo atractivo para quienes hacen muchos kilómetros. Pero incluso aquí la cuenta atrás ha comenzado.

¿Un final anunciado o una nueva oportunidad?

El ocaso del diésel parecía impensable hace unos años. Ahora, su presencia en los concesionarios es casi testimonial. Aun así, algunos nostálgicos y profesionales que recorren medio país siguen defendiendo sus virtudes. Pero la tendencia es clara: el futuro se escribe con baterías, no con gasóleo.

Eso sí, antes de enterrar definitivamente al diésel, conviene recordar que en la automoción nada muere del todo. ¿Quién sabe? Quizá dentro de unos años, entre tanto enchufe y pantalla táctil, alguien eche de menos el sonido ronco y el par motor de aquellos viejos diésel invencibles. Por ahora, su tiempo parece haber pasado.