El CEO de Volvo y la batalla contra los chinos: fuera muros, aquí se corre de verdad

El CEO de Volvo y la batalla contra los chinos: fuera muros, aquí se corre de verdad
El CEO de Volvo ha dejado claro que los aranceles son papel mojado

En vez de un Apocalipsis zombie, lo que tenemos en Europa es la invasión eléctrica china: BYD, MG, Chery, y hasta Xiaomi tienen ya más presencia en nuestras calles que el Seat Ibiza tuneado en polígono. La vieja guardia europea está nerviosa, y a la mínima sueltan la coletilla de los aranceles como si fuese el comodín del público. Pero llega Håkan Samuelsson, jefazo de Volvo, y suelta la bomba: los aranceles no sirven para nada, chavales, hay que ser más competitivos de verdad.

Volvo, el sueco con dueño chino que juega en dos bandos

Volvo está a tope con China. Su dueño es Geely, que en China es casi leyenda. El EX30, su SUV eléctrico compacto, salió fabricado desde tierras chinas, con la etiqueta “hecho lejos, pero lo vas a pagar al precio caro de siempre”. Pero ojo, ahora ya montan unidades en Gante, Bélgica, para esquivar posibles palos arancelarios. Y claro, Volvo también estaba haciendo caja vendiendo créditos de carbono a los rezagados del CO2. En resumen: o espabilas y vendes electrificados, o pagas a los nerds de la clase para que te maquillen el expediente.

El EX30, pequeño, rapidito y listo para Europa

El Volvo EX30 mola. Es el eléctrico burgués que intenta no parecerse a tus vecinos con Tesla Model 3. Longitud de 4,23 metros, batería de 51 kWh (o 69 si vas sobrado), y de 0 a 100 km/h en 5,3 segundos en la versión Performance. Para ciudad, va de lujo. La autonomía del básico ronda los 350 km WLTP, aunque ya te digo que si das zapatazo en autovía con clima a tope, olvídate de la cifra. El motor Single Motor Rear da 272 CV y empuje de sobra para hacerte los ceda el paso en la M-40. El gemelo Performance lleva dos motores y 428 CV, ojo, que eso ya empuja más que muchas berlinas gordas alemanas. Y lo mejor: por dentro, minimalismo nórdico, pero sin parecer una tienda de IKEA.

Lo mejor que tiene es que ahora se fabrica aquí. Bueno, “aquí”, en Bélgica, pero al menos ya puedes vacilar de que tu coche no viene en barco desde Shanghái. La carga en CC: hasta 153 kW en la batería gorda, o sea, de 10 a 80% en 26 minutos si pillas un cargador rápido decente en España, que a ver si hay suerte.

Yo lo probé en una presentación por Barcelona y os digo, el modo Sport hace milagros. No te esperes un chasis de deportivo puro, pero para salir primero de los semáforos y sorprender a algún Cupra León, te da más que para griñarte una sonrisa.

Samuelsson, el CEO que no se anda con tonterías

El jefe de Volvo ha dejado claro que los aranceles son papel mojado. Si un coche chino cuesta menos y tiene más tecnología, da igual que le metas un 20% extra al precio. Al final, la diferencia sigue siendo brutal. Lo que hace falta es dejarse de proteccionismos y currarse coches mejores.

Literalmente dice que lo único que protege a la industria europea es hacer productos más competitivos, que por mucho muro que pongas, los chinos siguen vendiendo igual. Por si acaso, aviso a navegantes: las marcas del lejano oriente están obsesionadas con el software del coche, y aquí seguimos flipando cuando un Golf trae CarPlay inalámbrico. El cliente chino quiere apps, luces de colores y cosas que se actualicen por OTA cada mes. Europa va dos pueblos por detrás con eso. En los concesionarios de aquí sigue habiendo comerciales que no saben ni conectar tu teléfono por Bluetooth.

Cambiar el chip, o nos quedamos viendo el partido desde el banquillo

Volvo lo tiene claro. No basta con copiar lo que ya tenemos y sacarlo fuera. En China, los gustos tiran por lo último en tecnología y gadgets raros, y si quieres vender allí, o te pones a innovar con ellos o te comes los mocos. El software es el rey: conducción autónoma, asistentes que entienden hasta cuando bostezas, integración brutal con redes sociales. Y aquí seguimos aplaudiendo porque tu eléctrico te dice cuántos kilómetros puedes hacer con la batería.

2035: Prohibido el diésel, sí, pero ¿dónde lo vas a cargar?

Por mucho que queramos tener solo eléctricos en 2035, la realidad en España es más ficha de parchís que otra cosa. Volvo pide que la fecha de final para los térmicos (ese 2035 que parece un meme) vaya de la mano de una red de recarga seria, porque si no, mal vamos. En España, fuera de Madrid y Barcelona hay más pastos que puntos de carga rápida, y en algunas zonas solo hay uno y siempre está ocupado por un Leaf de hace 10 años.

Samuelsson va directo: si no hay un plan gordo para meter puntos de carga en todas partes, lo de que en 2035 no quede ni un diesel ni un gasolina en venta es puro postureo.

El rifirrafe de los créditos de emisiones

Los créditos de carbono son el chanchullo que permite a los vagos del sector (hola, Stellantis, Volkswagen en 2020…) comprar buenas notas a los que sí han hecho los deberes. Volvo lo aprovecha, pero ahora que todo se ha relajado y la normativa se ha quedado “en stand by”, ya hay que buscar otro filón. El negocio está en vender eléctricos y que la gente vea que no pierdes la cabeza pagando un dineral por recargas lentas y software de hace cinco años.

Europa o nos ponemos cachas, o vienen a echarnos del patio

El mensaje de Volvo es cañero: que se acaben los lamentos, menos barreras y más pelear en la pista. Los chinos saben correr, pero nosotros llevamos años de ventaja… si queremos. El sector español, entre los eléctricos que llegan y los que intentan sobrevivir, tiene claro que lo importante ahora no es llorar, sino meter sexta y dejarse de excusas.

Ah, por cierto, yo ya he pedido probar el próximo BYD para ver si de verdad los chinos nos tienen tan comida la moral.