Así enfrían Tesla y GM sus motores eléctricos, precisión a presión frente a lluvia de aceite

Así enfrían Tesla y GM sus motores eléctricos, precisión a presión frente a lluvia de aceite
Munro & Associates desmonta los motores del Tesla Cybertruck y del Chevrolet Equinox EV

El equipo de Munro & Associates, una famosa ingeniería, ha metido bisturí a dos propulsores de tracción actuales. Uno firmado por Tesla y montado en el Cybertruck. El otro de General Motors usado en el Chevrolet Equinox eléctrico. El análisis de Paul Turnbull revela algo más que piezas y tornillos. Expone dos formas muy distintas de entender la refrigeración del motor.

GM y su lluvia de aceite inteligente

La solución de GM brilla por lo sencillo. Aprovecha la propia rotación del conjunto para lanzar aceite hacia unos conductos integrados en la carcasa. Por gravedad, ese aceite cae sobre bobinados, imanes y metal fundido. Un chaparrón muy bien dirigido que moja todo lo importante a la vez.

Ventajas claras. Menos componentes que puedan fallar. Menos coste de ingeniería y fabricación. No necesita gastar energía extra moviendo bombas externas. Este truco no es nuevo. Toyota ya lo empleó en el Prius C hace más de una década.

No todo es perfecto. Depende del régimen del motor. A alta velocidad hay caudal de sobra. Parado en un atasco, mucho menos. En pendientes fuertes o con cambios de apoyo rápidos la caída del aceite se desplaza y puede dejar zonas peor atendidas. Hablamos de máquinas que alcanzan unas diez mil vueltas. La puntería importa.

Tesla y el aceite a presión donde hace falta

La receta de Tesla va a lo quirúrgico. Una bomba de alta presión empuja el aceite por galerías que bañan directamente bobinados e imanes. El flujo se dosifica y se aplica justo en las áreas críticas. Resultado. Temperaturas más homogéneas en más escenarios. Rendimiento sostenido con menos derating y una protección superior de los imanes.

Ese control térmico permite usar grados de imán menos exigentes. Con menos calor, se reduce la necesidad de aleaciones con tierras raras pesadas como el disprosio para estabilizar los imanes de neodimio. Mejor para el coste y para la cadena de suministro.

El peaje existe. Más complejidad y más piezas. La bomba consume energía de la batería. El sistema requiere calibración fina y buen mantenimiento para brillar año tras año.

GM vs Tesla en la práctica

  • Simplicidad
    GM gana. Menos partes y un diseño que se entiende con una mirada
  • Consumo energético del sistema de refrigeración
    Ventaja para GM en uso urbano y estable. Tesla gasta algo más al mover aceite a presión
  • Control térmico y repetibilidad
    Tesla domina. Especialmente en baja velocidad, maniobras y cargas prolongadas
  • Coste y reparabilidad
    GM saca nota por coste contenido y menor riesgo de averías accesorias
  • Estabilidad en pendientes y conducción intensa
    Tesla mantiene el chorro donde toca. La lluvia de GM puede desviarse

Dónde encaja cada filosofía

En un SUV eléctrico pensado para democratizar la tecnología, la solución de GM tiene mucha lógica. Es robusta, barata y suficientemente eficaz para un uso cotidiano. En un vehículo pesado con ambiciones de remolque y esfuerzos largos, el control fino de Tesla ofrece una ventaja tangible. Menos calentones, menos pérdida de prestaciones y una vida más fácil para los imanes.

El mito del radiador gigante

No basta con meter anticongelante y poner un ventilador. En un motor eléctrico el reto es enfriar lo justo cada componente. Demasiado frío penaliza eficiencia. Demasiado calor acelera la degradación. El aceite bien dirigido se ha convertido en el mensajero ideal. Lleva calor de donde sobra a donde se puede disipar sin dramas.

Lo que te llevas si conduces uno

  • En tráfico denso notarás más consistencia con sistemas a presión
  • Al remolcar o subir puertos largos el control activo mantiene el empuje más tiempo
  • En mantenimiento, menos piezas suele equivaler a menos visitas al taller
  • En consumo, cada vatio importa. Si no necesitas ese extra de control, la solución pasiva ahorra

La ingeniería es escoger compromisos. GM apuesta por una lluvia de aceite que resuelve mucho con poco. Tesla prefiere una manguera precisa que no deja nada al azar. Dos caminos válidos para objetivos distintos. Como en una buena ruta, lo importante es llegar con todo a temperatura y con una sonrisa.